Eugenio Amézquita Velasco
Este martes 29 de junio, el Padre Juan Galván Sánchez, -de quien me precio contar con su amistad y sus consejos para componer mi camino cuando este tiende a descomponerse- cumple 30 años de sacerdote. Se dice fácil, pero es una vida dedicada a DIos, a su Iglesia y a sus hermanos sacerdotes. Secretario canciller de la diócesis de Celaya desde hace varios años es además moderador del Obispado de Celaya.
Nacido el 24 de noviembre de 1964 en San Luis de la Paz, la puerta de la Sierra Gorda es ordenado presbítero el 29 de junio de 1991.
En 2012 le hice una entrevista precisamente con motivo del día de su cumpleaños. Cumplía él 48 años en esa fecha, pero quiero traer nuevamente esa plática como un homenaje y reconocimiento fraterno de quien he aprendido muchas cosas. Con el simple hecho de saber la gran cantidad de amigos y personas que lo estiman en los sitios donde él ha estado sirviendo a Cristo y a su Iglesia, con eso me basta y es suficiente para que quienes le quieren bien, estén de acuerdo conmigo con este sencillo escrito. Lo he enriquecido con algunos videos que son momentos que considero interesantes en su caminar sacerdotal y el más reciente, la bienvenida al nuevo pastor electo de la diócesis de Celaya, Mons. Víctor Alejandro Aguilar Ledesma.
He aquí pues la entrevista, con las actualizaciones en fechas con respecto al momenbto de la entrevista, hace casi 9 años.
A casi 57 años de edad de distancia, en un día como hoy -24 de noviembre- y tras ver la primera luz, el Padre Juan Galván Sánchez continúa en su labor sacerdotal y en el servicio a sus hermanos presbíteros de la Diócesis de Celaya. Hoy, en una sencilla entrevista, nos comparte, con el corazón, lo que representa su mayor agradecimiento a Dios: el don de la vida.
Sentado en su sillón, llegamos a la puerta de su oficina, en la Curia Diocesana, y nos recibe con la amabilidad y generosidad de siempre y cede un poco de su tiempo para poder felicitarle y hacerle dos o tres preguntas, que compartimos a ustedes a través del siguiente video:
Hace nueve años, -en el 2012- el Padre Juan Galván nos permitió hacerle una entrevista, está sí más amplia, al celebrar su XXI Aniversario como sacerdote, donde nos deja ver más de él y de cómo nuestro Señor Dios le concedió la gracia de la vocación. También les compartimos la misma:
La entrevista
Para quien conoce, ha caminado y saboreado la Sierra Gorda en el noreste del estado de Guanajuato, comprenderá el por qué Dios ha dado a la gente de esa parte de nuestra entidad y Diócesis un cariño especial por las cosas de Dios.
El contacto con la naturaleza y el silencio propio de la serranía, son las condiciones perfectas para que el alma se ponga en comunicación con su Creador, con nuestro Padre Dios.
Esa es la sensación que uno tiene cuando uno platica con el Padre Galván Sánchez, forjado en medio de una familia humilde cuyos padres inculcaron en sus hijos el amor al Santo Rosario y a la Santa Misa, elementos que en conjunto crean las condiciones para que Dios pose su mirada en ésta y conceda la gracia y don de la vocación sacerdotal.
Tranquilamente sentado en una de las sillas giratorias del espacio que ocupa la Vicaría Episcopal de la Comisión Diocesana de Pastoral de Comunicaciones, empieza a narrar un poco de su vida y de los antecedentes que le llevaron de la mano al llamado al sacerdocio, hecho que se concretó el 29 de junio de 1991, es decir, hace 30 años.
- Sus papás, ¿quienes fueron?, le preguntamos al Padre Juanito, como sus amigos y hermanos sacerdotes en ocasiones le llaman.
Con voz pausada y amable, va respondiendo. Don Victorino Galván Arvizu y Doña Eugenia Sánchez Arvizu conformaron una familia con seis hijos que la bendición de Dios otorgó a este matrimonio. Originario de la comunidad de San José de la Cruz, en el municipio de San Luis de la Paz, considerado la puerta del noreste de Guanajuato. Una comunidad en plena zona serrana.
Recuerda que la mayor parte de la niñez la realizó en San Luis de la Paz y "seguimos conservando la casa paterna", indicó. Esto mantiene la estrecha relación con sus raíces serranas, las cuales se ve de inmediato las mantiene vivas en su persona.
Sus primeros estudios los realizó en la primaria Ignacio Zaragoza, en la comunidad de San Juan de los Rangeles, para de ahí pasar a la cabecera municipal de San Luis de la Paz y cursar el nivel medio básico en la Escuela Secundaria Técnica No. 25, ubicada a la salida de la cabecera municipal rumbo a la comunidad del ahora Pueblo Mágico Mineral de Pozos, Gto.
No tarda en salir la sonrisa. "Yo lo que quería era llevar la especialidad o Taller de Mecanografía. Al final, la tecnología que acabé llevando fue la de Electricidad. Deseaba mecanografía porque quería darle oportunidad al gusto que tengo de escribir, pero el cupo estaba saturado e involuntariamente -o voluntariamente por parte de la escuela- me echaron a ese taller".
Hace aparición el suave llamado de la vocación al sacerdocio: Al final, ni técnico agropecuario, ni bachiller, ni profe.
"Al terminar la secundaria, nace la pregunta entre los compañeros: Y tú, Juan ¿A dónde te vas a ir? En aquel entonces, había pocas opciones en San Luis de la Paz. Los jóvenes ludovicenses sólo teníamos tres opciones. Una, los estudios de nivel medio superior de corte agropecuario en el llamado CETA No. 34, localizado en la Comunidad de La Huerta, a un costado de la carretera 57 que lleva a Piedras Negras, Coah. La segunda, la Preparatoria Oficial y, la tercera, estudiar para maestro de primaria, es decir, la Educación Normal Primaria en la escuela San Luis Rey. Eran las únicas opciones".
"Algunos de mis compañeros hablaban de irse a estudiar a la Universidad de Chapingo. Otros, acudir hasta Celaya al Instituto Tecnológico. Otros más a los planteles en Querétaro o de San Luis de la Paz".
"Pero, ya llevaba yo algunos elementos que me iban a empujar a estudiar y llevarme a algo sobrenatural. En alguna ocasión, mi familia, de catolicismo arraigado y de rezo de todas las noches del Santo Rosario, ya fuese mi madre o mi padre quienes dirigieran esta devoción y que no faltaba, además de acudir a la Santa Misa, ayudaron a conformar ese llamado. Yo pienso que aquí está parte de la clave".
Eran noches donde en el silencio de la Sierra Gorda o en la tranquilidad de San Luis de la Paz, donde el aparato de televisión o la computadora conectada al internet no se convertían entonces en el estorbo para manifestar, en un acto de amor, la devoción a Cristo y a su Madre. La pobreza material se convertía en gran ayuda para la Pobreza de Espíritu y se transforma a Dios en el Sumo Bien, Todo Bien, el Bien Total. El único tesoro para el corazón. De ahi la grandeza de las familias nacidas en estas latitudes. En ese ambiente fue creciendo la semilla sembrada en quien ahora es el Padre Juan Galván.
"Asi que", continúa narrándonos el Padre Juanito, "al término de mis estudios de secundaria, tuve el deseo de acercarme al párroco de la Parroquia San Luis Rey, en aquel entonces el Padre Manuel Urbina Mendoza", quien ya descansa en paz.
"En mi interior consideré y contemple la posibilidad del sacerdocio, entrar al Seminario. Sin consultar a nadie, yo sólo acudí a ver al Señor Cura de la Parroquia de San Luis Rey".
"Hable con el Padre Urbina y le dije que tenía inquietudes de entrar al Seminario y él muy amablemente me dio la carta, que es el documento necesario para acceder a esta máxima casa de estudios eclesiásticos de la Diócesis de Celaya, para acudir a ver a Don Alberto Suárez Inda, ahora Arzobispo de Morelia y en aquel entonces primer rector de la Diócesis de Celaya".
"Acudí primero con la carta al Obispado, lugar que años después se convertiría en el actual sitio donde presto mis servicios administrativos. Eran los tiempos en que el Padre y Pastor de nuestra Diócesis lo era Mons. Victorino Alvarez Tena".
"Aquí conocí a Don Alberto y las cosas se dieron fácilmente, con elementos de aprecio y afecto hacia mi. Se dio el caso que ya había pasado el pre-seminario, sólo faltaba el examen de admisión en el Colegio Marista, que en aquel entonces era la institución educativa que nos ofrecía sus espacios para cursar el bachillerato. Presente el examen, lo pasé e ingresé", sonríe.
El 8 de agosto de 1981, inicié mi presencia en el ambiente de la formación hacia el sacerdocio ministerial, ya en el ambito eclesial. Es decir, cumpliré 41 años de esta presencia en nuestra Diócesis, lo dice con alegría.
En el caminar del llamado al sacerdocio hay momentos de crisis. En algún momento ¿se dio esto, preguntamos? al Padre Juanito. "No considero que hubiese momentos de crisis, pero sí incertidumbre sobre cuál camino seguir. Sobre todo, esto se dio en la etapa de filosofía. Sin embargo, al finalizar este período de formación quedó clarificada la opción vocacional".
Sus padres, quienes gozan ya en el cielo, alcanzaron a ver y disfrutar en sus corazones devotos las ordenaciones diaconal y presbiteral de su hijo. ¡Cuánta alegría no debió darse en estos hermanos al ver el fruto de la oración familiar diaria en la casa, concretada en una vocación sacerdotal!
Hay un momento de reflexión que se plasma en la mirada del Padre Galván y dice: "Mi padre falleció el día que cumplí 41 años. La muerte es tristeza, pero a la vez es alegría para el corazón del cristiano. La tristeza del momento de la muerte queda eclipsada por la esperanza en la resurrección", acotó el presbítero.
El 29 de junio de 1991, a los 10 años de haber ingresado al Seminario, es ordenado sacerdote por la imposición de manos de Mons. Jesús Humberto Velázquez Garay. Tenía el Padre Juanito 27 años de edad cuando el Señor lo llamó y aceptó seguirlo renunciando a todo.
Recorriendo la Diócesis
El Padre Juanito se reclina sobre la silla giratoria, mira hacia el techo y empieza a recordar su peregrinar de servicio por la Diócesis durante estos años.
Su primer destino, la Parroquia San Diego de Alcalá, en el municipio de San Diego de la Unión. Mi primer párroco, recordó, lo fue el Pbro. Miguel Vázquez Lino, actual párroco en Rincón de Centeno, recordó con nostalgia.
"Posteriormente, acudí a estudiar a la Universidad Pontificia de México, para obtener el grado de licenciado en Derecho Canónico", indicó.
Regresé al Seminario Diocesano de Celaya siéndome encomendada la tarea de Coordinador Vocacional, teniendo como Rector a Mons. Luis Lozano Velasco.
De ahí, se me envió a Dolores Hidalgo CIN, Gto., a la rectoría del Templo de la Tercera Orden, iniciando ese período en la Parroquia La Asunción. Posteriormente se me destinó al Templo de San Felipe de Jesús, en la colonia Benito Juárez, de la ciudad episcopal y que casualmente luego fue erigida parroquia
Finalmente, soy enviado al templo de la Santa Cruz, en la calle de Morelos, donde era el rector. Dicha rectoría se encuentra dentro de la jurisdicción de la Parroquia La Asunción, puntualizó.
Sentado en su sillón, llegamos a la puerta de su oficina, en la Curia Diocesana, y nos recibe con la amabilidad y generosidad de siempre y cede un poco de su tiempo para poder felicitarle y hacerle dos o tres preguntas, que compartimos a ustedes a través del siguiente video:
Hace nueve años, -en el 2012- el Padre Juan Galván nos permitió hacerle una entrevista, está sí más amplia, al celebrar su XXI Aniversario como sacerdote, donde nos deja ver más de él y de cómo nuestro Señor Dios le concedió la gracia de la vocación. También les compartimos la misma:
La entrevista
Para quien conoce, ha caminado y saboreado la Sierra Gorda en el noreste del estado de Guanajuato, comprenderá el por qué Dios ha dado a la gente de esa parte de nuestra entidad y Diócesis un cariño especial por las cosas de Dios.
Padre Juan Galván Sánchez, en 2012. |
Esa es la sensación que uno tiene cuando uno platica con el Padre Galván Sánchez, forjado en medio de una familia humilde cuyos padres inculcaron en sus hijos el amor al Santo Rosario y a la Santa Misa, elementos que en conjunto crean las condiciones para que Dios pose su mirada en ésta y conceda la gracia y don de la vocación sacerdotal.
Tranquilamente sentado en una de las sillas giratorias del espacio que ocupa la Vicaría Episcopal de la Comisión Diocesana de Pastoral de Comunicaciones, empieza a narrar un poco de su vida y de los antecedentes que le llevaron de la mano al llamado al sacerdocio, hecho que se concretó el 29 de junio de 1991, es decir, hace 30 años.
- Sus papás, ¿quienes fueron?, le preguntamos al Padre Juanito, como sus amigos y hermanos sacerdotes en ocasiones le llaman.
Con voz pausada y amable, va respondiendo. Don Victorino Galván Arvizu y Doña Eugenia Sánchez Arvizu conformaron una familia con seis hijos que la bendición de Dios otorgó a este matrimonio. Originario de la comunidad de San José de la Cruz, en el municipio de San Luis de la Paz, considerado la puerta del noreste de Guanajuato. Una comunidad en plena zona serrana.
Recuerda que la mayor parte de la niñez la realizó en San Luis de la Paz y "seguimos conservando la casa paterna", indicó. Esto mantiene la estrecha relación con sus raíces serranas, las cuales se ve de inmediato las mantiene vivas en su persona.
San Juan de los Rangeles, Primaria "Ignacio Zaragoza", donde el entonces niño Juan Galván Sánchez hiciera sus primeros estudios. |
No tarda en salir la sonrisa. "Yo lo que quería era llevar la especialidad o Taller de Mecanografía. Al final, la tecnología que acabé llevando fue la de Electricidad. Deseaba mecanografía porque quería darle oportunidad al gusto que tengo de escribir, pero el cupo estaba saturado e involuntariamente -o voluntariamente por parte de la escuela- me echaron a ese taller".
Hace aparición el suave llamado de la vocación al sacerdocio: Al final, ni técnico agropecuario, ni bachiller, ni profe.
"Al terminar la secundaria, nace la pregunta entre los compañeros: Y tú, Juan ¿A dónde te vas a ir? En aquel entonces, había pocas opciones en San Luis de la Paz. Los jóvenes ludovicenses sólo teníamos tres opciones. Una, los estudios de nivel medio superior de corte agropecuario en el llamado CETA No. 34, localizado en la Comunidad de La Huerta, a un costado de la carretera 57 que lleva a Piedras Negras, Coah. La segunda, la Preparatoria Oficial y, la tercera, estudiar para maestro de primaria, es decir, la Educación Normal Primaria en la escuela San Luis Rey. Eran las únicas opciones".
Templo parroquial de San Luis de la Paz. |
"Pero, ya llevaba yo algunos elementos que me iban a empujar a estudiar y llevarme a algo sobrenatural. En alguna ocasión, mi familia, de catolicismo arraigado y de rezo de todas las noches del Santo Rosario, ya fuese mi madre o mi padre quienes dirigieran esta devoción y que no faltaba, además de acudir a la Santa Misa, ayudaron a conformar ese llamado. Yo pienso que aquí está parte de la clave".
Eran noches donde en el silencio de la Sierra Gorda o en la tranquilidad de San Luis de la Paz, donde el aparato de televisión o la computadora conectada al internet no se convertían entonces en el estorbo para manifestar, en un acto de amor, la devoción a Cristo y a su Madre. La pobreza material se convertía en gran ayuda para la Pobreza de Espíritu y se transforma a Dios en el Sumo Bien, Todo Bien, el Bien Total. El único tesoro para el corazón. De ahi la grandeza de las familias nacidas en estas latitudes. En ese ambiente fue creciendo la semilla sembrada en quien ahora es el Padre Juan Galván.
"Asi que", continúa narrándonos el Padre Juanito, "al término de mis estudios de secundaria, tuve el deseo de acercarme al párroco de la Parroquia San Luis Rey, en aquel entonces el Padre Manuel Urbina Mendoza", quien ya descansa en paz.
Cardenal Alberto Suárez Inda, Arzobispo Emérito de Morelia |
"Hable con el Padre Urbina y le dije que tenía inquietudes de entrar al Seminario y él muy amablemente me dio la carta, que es el documento necesario para acceder a esta máxima casa de estudios eclesiásticos de la Diócesis de Celaya, para acudir a ver a Don Alberto Suárez Inda, ahora Arzobispo de Morelia y en aquel entonces primer rector de la Diócesis de Celaya".
"Acudí primero con la carta al Obispado, lugar que años después se convertiría en el actual sitio donde presto mis servicios administrativos. Eran los tiempos en que el Padre y Pastor de nuestra Diócesis lo era Mons. Victorino Alvarez Tena".
"Aquí conocí a Don Alberto y las cosas se dieron fácilmente, con elementos de aprecio y afecto hacia mi. Se dio el caso que ya había pasado el pre-seminario, sólo faltaba el examen de admisión en el Colegio Marista, que en aquel entonces era la institución educativa que nos ofrecía sus espacios para cursar el bachillerato. Presente el examen, lo pasé e ingresé", sonríe.
El 8 de agosto de 1981, inicié mi presencia en el ambiente de la formación hacia el sacerdocio ministerial, ya en el ambito eclesial. Es decir, cumpliré 41 años de esta presencia en nuestra Diócesis, lo dice con alegría.
En el caminar del llamado al sacerdocio hay momentos de crisis. En algún momento ¿se dio esto, preguntamos? al Padre Juanito. "No considero que hubiese momentos de crisis, pero sí incertidumbre sobre cuál camino seguir. Sobre todo, esto se dio en la etapa de filosofía. Sin embargo, al finalizar este período de formación quedó clarificada la opción vocacional".
Sus padres, quienes gozan ya en el cielo, alcanzaron a ver y disfrutar en sus corazones devotos las ordenaciones diaconal y presbiteral de su hijo. ¡Cuánta alegría no debió darse en estos hermanos al ver el fruto de la oración familiar diaria en la casa, concretada en una vocación sacerdotal!
Mons. Jesús Humberto Velázquez Garay |
El 29 de junio de 1991, a los 10 años de haber ingresado al Seminario, es ordenado sacerdote por la imposición de manos de Mons. Jesús Humberto Velázquez Garay. Tenía el Padre Juanito 27 años de edad cuando el Señor lo llamó y aceptó seguirlo renunciando a todo.
Recorriendo la Diócesis
El Padre Juanito se reclina sobre la silla giratoria, mira hacia el techo y empieza a recordar su peregrinar de servicio por la Diócesis durante estos años.
Su primer destino, la Parroquia San Diego de Alcalá, en el municipio de San Diego de la Unión. Mi primer párroco, recordó, lo fue el Pbro. Miguel Vázquez Lino, actual párroco en Rincón de Centeno, recordó con nostalgia.
"Posteriormente, acudí a estudiar a la Universidad Pontificia de México, para obtener el grado de licenciado en Derecho Canónico", indicó.
Regresé al Seminario Diocesano de Celaya siéndome encomendada la tarea de Coordinador Vocacional, teniendo como Rector a Mons. Luis Lozano Velasco.
Templo de la Santa Cruz, en Celaya. |
Finalmente, soy enviado al templo de la Santa Cruz, en la calle de Morelos, donde era el rector. Dicha rectoría se encuentra dentro de la jurisdicción de la Parroquia La Asunción, puntualizó.
De ahí pasó a ser párroco de la Parroquia San Francisco de Asís, en Comonfort para luego regresar nuevamente a la Tercera Orden, en Dolores Hidalgo como rector de ese templo.
En cuanto a los cargos ocupados en la diócesis, el Pbro. Galván Sánchez ha sido decano en el Decanato de Dolores Hidalgo, sumando un global de siete años en este servicio.
También ha ocupado el cargo de Vicario Judicial Adjunto del Tribunal Eclesiástico, con un total de 4 años de servicio.
Pasó luego a ejercer durante cinco años, el cargo de Vicario Judicial en el Obispado.
Es invitado a integrarse a la planta de formadores docentes del Seminario Diocesano de Celaya y se convierte en Profesor de la asignatura de Derecho Canónico para los formandos del nivel de Teología.
Mons. Lázaro Pérez Jiménez, III Obispo de Celaya, le da el nombramiento de secretario canciller y moderador de la Curia, que es su cargo actual, desde el año 2007 como secretario y desde el 2010 a la fecha, moderador. Esta última función se la asigna el actual Obispo de Celaya, Mons. Benjamín Castillo Plascencia
¿Cuál es su recuerdo más grato en su vida presbiteral?, cuestionamos a nuestro entrevistado.
No necesita pensarlo mucho. "Mi recuerdo más grato en mi vida presbiteral, es el inicio de mi ministerio, que muchos sacerdotes consideramos como el "primer amor". Una entrega total a los fieles en el servicio, sobre todo en las comunidades. Se auna a esto la respuesta y disposición de las personas para recibir el mensaje. Esto da una conexión espiritual. Percibía la aceptación primero del mensaje y luego del portador del mensaje".
Su recuerdo más triste, ¿Cuál ha sido?, preguntamos con respeto.
"Quizá lo más triste, en lo humano para mi, fue la enfermedad de mi madre. Durante 10 años casi postrada por un derrame cerebral, afectándole su capacidad motriz. Se prolongó, pero fue una cruz llevadera con la ayuda de Dios".
"A lo largo del tiempo he ido consolidando la fe. Esto a través de las circunstancias y un sentido profundo de pertenencia a la Iglesia. Verla realmente como una familia y como lo que es".
"Es una familia en donde no hay vinculos de sangre, pero sí vinculos espirituales muy fuertes. En mi caso, ese pasar de los años ha logrado ello. Esto mismo hace que tenga el propósito de seguir sirviendo y trabajando".
El Padre Juanito, ya casi para terminar la amena entrevista donde devela parte de su vida, de los inicios de su vocación y de su servicio sacerdotal, nos pide tomar nota de lo siguiente para sintetizar este caminar y su estrecha relación con Cristo y su Iglesia, sembrada y cultivada en la oración y la Sagrada Eucaristía por sus padres: "Una frase de Juan Pablo II y que hago mía: ver el pasado con gratitud, vivir el presente con intensidad y el futuro con esperanza".
Un recuerdo que nos sirve de remate y reflexión sobre esta vida familiar y sacerdotal del Padre Juanito nos lo presenta con sencillez, en una actitud nacida en el ambiente de la Sierra Gorda, en la alegría de la música campesina serrana, del Huapango Arribeño y de la pobreza ancestral que la gente del noreste de Guanajuato vive desde hace muchos años, entre el caminar de horas en las terracerías y veredas para llegar a su destino y el duro trabajo en la tierra de temporal que, reseca, espera las lluvias venidas del Golfo de México:
"Ya siendo sacerdote, cuando ya no estaba mi papá, a veces llegaba yo a la casa de mi mamá, en esas salidas de visita a la familia".
"Ya no rezábamos el Santo Rosario. Ya no estaba el jefe de la casa y mi mamá pasaba por los padecimientos de su derrame cerebral".
"Pero mi madre tenía siempre estas palabras para mí: Reza por lo menos un Padre Nuestro antes de acostarte".
Homilía en la Santa Misa por los XXV Años
de Sacerdocio del Padre Juan Galván Sánchez.
En cuanto a los cargos ocupados en la diócesis, el Pbro. Galván Sánchez ha sido decano en el Decanato de Dolores Hidalgo, sumando un global de siete años en este servicio.
También ha ocupado el cargo de Vicario Judicial Adjunto del Tribunal Eclesiástico, con un total de 4 años de servicio.
Pasó luego a ejercer durante cinco años, el cargo de Vicario Judicial en el Obispado.
Es invitado a integrarse a la planta de formadores docentes del Seminario Diocesano de Celaya y se convierte en Profesor de la asignatura de Derecho Canónico para los formandos del nivel de Teología.
Mons. Lázaro Pérez Jiménez, III Obispo de Celaya, le da el nombramiento de secretario canciller y moderador de la Curia, que es su cargo actual, desde el año 2007 como secretario y desde el 2010 a la fecha, moderador. Esta última función se la asigna el actual Obispo de Celaya, Mons. Benjamín Castillo Plascencia
¿Cuál es su recuerdo más grato en su vida presbiteral?, cuestionamos a nuestro entrevistado.
La siempre hermosa Sierra Gorda de Guanajuato. |
Su recuerdo más triste, ¿Cuál ha sido?, preguntamos con respeto.
"Quizá lo más triste, en lo humano para mi, fue la enfermedad de mi madre. Durante 10 años casi postrada por un derrame cerebral, afectándole su capacidad motriz. Se prolongó, pero fue una cruz llevadera con la ayuda de Dios".
"A lo largo del tiempo he ido consolidando la fe. Esto a través de las circunstancias y un sentido profundo de pertenencia a la Iglesia. Verla realmente como una familia y como lo que es".
"Es una familia en donde no hay vinculos de sangre, pero sí vinculos espirituales muy fuertes. En mi caso, ese pasar de los años ha logrado ello. Esto mismo hace que tenga el propósito de seguir sirviendo y trabajando".
El Padre Juanito, ya casi para terminar la amena entrevista donde devela parte de su vida, de los inicios de su vocación y de su servicio sacerdotal, nos pide tomar nota de lo siguiente para sintetizar este caminar y su estrecha relación con Cristo y su Iglesia, sembrada y cultivada en la oración y la Sagrada Eucaristía por sus padres: "Una frase de Juan Pablo II y que hago mía: ver el pasado con gratitud, vivir el presente con intensidad y el futuro con esperanza".
Un recuerdo que nos sirve de remate y reflexión sobre esta vida familiar y sacerdotal del Padre Juanito nos lo presenta con sencillez, en una actitud nacida en el ambiente de la Sierra Gorda, en la alegría de la música campesina serrana, del Huapango Arribeño y de la pobreza ancestral que la gente del noreste de Guanajuato vive desde hace muchos años, entre el caminar de horas en las terracerías y veredas para llegar a su destino y el duro trabajo en la tierra de temporal que, reseca, espera las lluvias venidas del Golfo de México:
"Ya siendo sacerdote, cuando ya no estaba mi papá, a veces llegaba yo a la casa de mi mamá, en esas salidas de visita a la familia".
"Ya no rezábamos el Santo Rosario. Ya no estaba el jefe de la casa y mi mamá pasaba por los padecimientos de su derrame cerebral".
"Pero mi madre tenía siempre estas palabras para mí: Reza por lo menos un Padre Nuestro antes de acostarte".
Homilía en la Santa Misa por los XXV Años
de Sacerdocio del Padre Juan Galván Sánchez.
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