San Felipe, Gto., 10 de junio de 2024. Felipe Rodríguez Rodríguez, uno de los mayores patriarcas de la danza de indios broncos, emblemática de las fiestas religiosas del noroeste de Guanajuato, falleció el domingo a los 96 años de edad, en su casa de La Tapona, en el municipio de San Felipe.
Campesino durante toda su vida, pero también alabancero y danzante, Felipe Rodríguez, o “Don Fili”, como afectuosamente le llamaban quienes le conocieron, recibió en 2022 la distinción como Tesoro Humano Vivo por parte del Instituto Estatal de la Cultura, en reconocimiento a su aporte en la preservación del patrimonio cultural inmaterial de Guanajuato.
Rodríguez Rodríguez nació el 22 de agosto de 1927, en el rancho La Tapona, en el municipio de San Felipe. Fue el segundo de los nueve hijos de Anastasia Rodríguez Rojas y Juan Rodríguez Barrón.
La anécdota de su vida fue que durante toda su niñez y hasta el día en que se iba a casar le llamaron “Filiberto”. De ahí su apodo “Don Fili”. “Yo nunca me fijé en mi acta de nacimiento y la verdad hasta el día que tenía que llevar papeles para casarme me di cuenta que me llamaba Felipe, no Filiberto”, contaba.
En 1937, cuando contaba con 10 años de edad y en compañía de sus tíos, se une a los cantos de finados, llamados también Coros de Ángeles, tradición en la que permanecería hasta su declive en los años noventa. Más longeva fue su relación con la danza, en la que incursionó el 6 de mayo de 1943, a los 16 años, en una celebración de la Hacienda el Payán.
En 1945 va a Estados Unidos como indocumentado, a trabajar en los campos de algodón. Sin embargo, su amor por la danza lo atrapa cuando vino a visitar a su familia y comenzó a conocer con maestros de la cabecera municipal, así como de las rancherías y haciendas. En 1948 es llamado a participar en la representación de la danza conocida como El Pasajero.
Esta representación tiene la particularidad de ser una serie de movimientos tan delicados que era muy selecto el grupo al que se le enseñaba, ya que los golpes que se enseñan pueden ser muy peligrosos. Este grupo permaneció hermético en compartir sus conocimientos. Del grupo de cinco personas que lo representaban, Don Fili fue el último sobreviviente.
Rodríguez fue el decano de la danza de broncos y un vínculo entre distintas generaciones de danzantes. Muchos recibieron directamente sus enseñanzas y otros tantos saben de él al ser una referencia siempre presente. El último conjunto de danzantes al que asesoró directamente fue Pasos de Luz, establecido en 2020.
En 2015, el Festival Raíces Somos del Instituto Cultural de León lo incluyó en su Reconocimiento a Precursores y Promotores de la Tradición. En la biografía publicada en el folleto conmemorativo se lee: “Ha sido uno de los principales protagonistas y testigos de la historia y evolución de esta danza en el último siglo. Vio irse las varas de encino y de huizache. Vio apagarse la guitarra de madera para dar paso al banjo y la tambora”.
En la última década, Don Fili fue homenajeado también por el Instituto Municipal de Cultura de San Felipe, el Instituto Estatal de la Cultura y la Secretaría de Cultura federal. A través de estas últimas, recibió la distinción Tesoros Humanos Vivos en enero de 2022.
A Felipe Rodríguez le sobreviven sus hijos y sus nietos, varios de ellos también danzantes, quienes continuarán preservando su legado. Descanse en paz, Don Fili.
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