Edición: Eugenio Amézquita Velasco
El maestro José de Jesús Ojeda Sánchez, originario de Pueblo Nuevo y avecindado en León, Gto., ya fallecido, escribió en "Cristo Rey en México", una profunda y detallada semblanza de la vida de un gran sacerdote jesuita, que fuera párroco de San Luis de la Paz: El Padre Gonzalo de Tapia, de la Compañía de Jesús.
Dejó esta información en dicha revista bimestral, órgano del Centro General de Propaganda del Monumento Votivo Nacional a Cristo Rey de la Paz, y que se imprimía en León, Gto.
El maestro Ojeda Sánchez, quien profusamente participaba en esta obra bimestral "Cristo Rey en México", escribió el artículo para la edición de Mayo y Junio de 1963 en el Año X, Vol X Números 5 y 6 de esta obra.
El volumen citado, se encuentra albergado en la Biblioteca de Princeton, Seminario Teológico, registrado desde diciembre 11 de 2003.
El Padre Tapia SJ (1561-1594)
El autor de esta excelente biografía, precisa que el Padre Tapia es prácticamente el primer mártir de la Compañía de Jesús, en México, así como Párroco y misionero en San Luis de la Paz, Gto.
El escritor de Pueblo Nuevo señala: "honor y gloria especialísima en ocasión del Primer Centenario de la Diócesis de León, merecen los Misioneros que vinieron a sembrar la semilla del Evangelio de Cristo en estas nuestras tierras católicas por antonomasia".
"Es por ello que iniciamos una serie de biografías de los Padres Misioneros a quienes debemos monumentos materiales y espirituales de gloria imperecedera. Quiero comenzar con la biografía del insigne Protomártir de la Compañía de Jesús, en México, Muy Reverendo Padre Don Gonzalo de Tapia, S. J., quien además fue Párroco de San Luis de la Paz, Gto., y misionero por las tierras del norte de nuestra Diócesis. ¡Benditos los pies de los evangelizadores!".
Nace el Padre Tapia en León, de España
"En la ciudad antiquísima, muy noble y celebérrima de León de España, por muchos siglos Corte de los Reyes conquistadores y reconstructores de la monarquía hispana, después de haberse hundido ésta en las aguas del Guadalete, nace el que fuera Reverendo Padre Don Gonzalo de Tapia, en el hogar de una familia noble, prolífica y guerrera, el año de 1561. Dios tenía destinado al menor vástago de esta familia para ser su capitán en evangélicas empresas. Estudió Latinidad y Humanidades en el Colegio que la Compañía de Jesús tenía en León, su tierra natal".
Ingresa a la Compañía de Jesús
"Renunciando a los honores que hubiera logrado por su nobleza, solicitó ser admitido en la Compañía de Jesús, a la edad competente, el año de 1581, lográndolo con aplauso general de los Padres que lo conocían y admiraban sus raras prendas. Fue un modelo de novicio y terminó sus estudios cuando aún no tenía edad suficiente para recibir las Sagradas Ordenes. Un suceso extraordinario vendría a cambiar el curso de su vida".
Es enviado a misionar en la Nueva España (México).
"Había sido nombrado Provincial de la Compañía de Jesús en México el Reverendo Padre Don Antonio de Mendoza y por ello buscó sujetos por las Casas que tenía la Compañía de Jesús en las Provincias de España para enviarlos al Virreinato de la Nueva España (México). El entonces Hermano estudiante Tapia solicitó ser contado entre los que irían a la expedición y así fue como el año de 1584 llegó a México el Padre Gonzalo con sus demás compañeros".
"Apenas llegado a México —relata el Padre Andrés Pérez Rivas— sucedió que el Padre, que leía el curso de Artes en nuestro Colegio San Pedro y San Pablo, primera casa que tuvieron los jesuitas en México de esa populosa ciudad, por enfermedad, no pudo proseguirlo; y conociendo el Padre Provincial el gran talento del Padre Gonzalo de Tapia, le encargó diese complemento a aquel curso, como lo hizo con tan grandes muestras de caudal riqueza de ciencia, erudición, etc., que los Padres Maestros le juzgaron por muy digno de ocupar mayor lugar, y emplearle en leer (enseñar) Teología". Esa era también la intención del P. Provincial, pero Dios estaba preparando otras cosas para el Padre Tapia".
Misionero a Pátzcuaro y Valladolid (Morelia)
"Como enfermaran tres Padres, eminentes en lengua tarasca, que vivían en el Colegio Jesuita de Pátzcuaro y que misionaban por aquel territorio fértil de Michoacán, el Padre Provincial creyó que el Padre Tapia podría ser un gran auxiliar de ellos y lo envió a aquellas tierras".
"Por ello, Pátzcuaro y Valladolid (Morelia) fueron las primeras tierras que escucharon la palabra misionera de aquel apostólico varón. Todos sus misionados estaban complacidos de las enseñanzas del Padre Tapia y deseaban que permaneciera con ellos por mucho tiempo, pues a los tres días de llegado a Pátzcuaro se dedicó a aprender rápidamente la lengua tarasca y lo logró a los quince días, ya la sabía a maravilla, de lo cual dio testimonio un sermón que predicó en esta lengua en el Refectorio o comedor del Colegio delante de la Comunidad"..
"Comenzó sus correrías por la serranía de Michoacán, pronto se esparció la noticia de su virtud, de su dulzura y apacibilidad en su trabajo. Los tarascos le amaban sinceramente".
Es párroco de San Luis de la Paz, Gto.
"El Padre Rector del Colegio de Pátzcuaro juzgó que se necesitaba la presencia del P. Tapia en el territorio Caribe de los Chichimecas, los más fieros y más difíciles de la Nueva España y así lo envió a San Luis de la Paz, donde la Compañía tuvo después el Colegio del mismo nombre".
"Recibiéronlo como a un ángel bajado del cielo. El Padre Tapia, lleno de confianza en Dios, se introdujo por todas partes, por sus chozas y cabañas. Los Chichimecas se espantaban tanto al verle, que decían: ¿Qué clase de hombre es éste que no nos teme?”. Logró reunirlos en una especie de rancho, ganarlos para Dios y echar los primeros cimientos de aquel reducto cristiano de San Luis de la Paz".
"El Padre Gonzalo de Tapia fue entrando por Puruándiro e Irapuato, trabando amistad con los principales chichimecas... recibido de paz, tribu por tribu, pueblo por pueblo...", dice Gerard Decorme en "Obras de los Jesuitas Mejicanos", T. I., p. 6.
Se cree que el Padre Tapia comenzó a bautizar en la Congregación de la Petaca y no precisamente en San Luis de la Paz, del cual fue el primer Párroco, desde 1590 hasta el año siguiente 1591. Decorme describe al Padre Tapia así: “Pequeño de cuerpo, barba poblada, corto de vista, vivo de ingenio, de inagotables recursos prácticos, memoria fenomenal, atrevimiento de conquistador, celo ardiente y abnegación a toda prueba.
Se cree que “a fines de 1588 o principios de 1589, principió a misionar entre los chichimecas". En la Sacristía de la Parroquia de San Luis de la Paz, Gto., se conserva un cuadro que representa la muerte de este Padre Gonzalo de Tapia y al calce del mismo se lee: "El Venerable Padre Gonzalo de Tapia de la Compañía de Jesús, natural de León, en Castilla de donde pasó ya siendo Sacerdote a esta Nueva España el año de 1585 (1584), fue según se colige del primer libro de bautizos, el fundador o uno de los primeros sujetos que fundaron este curato: pues en él se hallan las primeras partidas firmadas de su mano (la primera el 7 de noviembre de 1591 y la última el 13 de junio de 1591), y consta por ellas ser tan adultos los bautizados que pasaban ya de treinta años unos, otros de cuarenta y no faltó uno de ochenta, que recibió el agua juntamente con su mujer".
La pintura en cuestión se señala como el Martirio de Gonzalo de Tapia, obra de Francisco Antonio Vallejo, alrededor de 1750, óleo sobre tela, 230 x 155 cm.
"De este partido lo sacó la obediencia, para que continuara su predicación apostólica, en la Provincia de Sinaloa a donde pasó el año de 1591. El Virrey Don Luis de Velasco el Segundo, expresó sus deseos de que continuaran misionando en San Luis de la Paz los Padres Francisco Zarfate y Diego Monzalve de la misma Compañía de Jesús y desde el año de 1585, cuando fue señalado gobernador de la Nueva Vizcaya Don Rodrigo Río de la Loza, hombre poderoso y piadosísimo, compañero que había sido de Francisco de Ibarra, solicitó del Padre Provincial D. Antonio de Mendoza, algunos Misioneros para aquellas tierras, pero no se pudo atender dichas peticiones sino hasta el año de 1591, en que fueron enviados los Padres Gonzalo de Tapia y Pedro Méndez".
Pasa por Tierras de Zacatecas
"Antes de marchar a Sinaloa se hospedó el P. Gonzalo de Tapia en el Colegio de la Compañía de Jesús, en la ciudad de Zacatecas. Había gran cantidad de indios tarascos empleados en las minas de plata de aquella ciudad y comenzó a misionarlos en su lengua y les quitó grandes abusos".
"Narra el Padre Pérez Rivas: "Es abuso muy arraigado en las varias naciones (pueblos) que acuden a trabajar en aquellas minas, el desafiarse los días de fiesta las cuadrillas de las muchas que allí trabajan, y saiir al campo con armas, dardos, flechas y puñales, y los que no las alcanzaban (estas armas) con piedras. En esas refriegas habían muerto muchos cruelísimamente..."
"Para salir al desafío más furiosos, precedía el vino y la borrachera y aunque las justicias y el brazo eclesiástico habían usado de varios medios para arrancar este bárbaro y envejecido abuso, no eran poderosos a desterrarlo... Nuestro Señor fue servido de dar a
nuestro Padre Gonzalo de Tapia tal gracia y autoridad para con gente tan desenfrenada y fiera, que al punto que le veían con su bordón subir al cerro, que era el palenque de esta batalla, lo desamparaban y rendían las armas y fue singular la enmienda que en esto se vio por aquel tiempo"."
Es enviado a misionar a Sinaloa
"El Padre Diego de Avellaneda deseaba que los jesuitas extendieran sus misiones por todo el país, pero el Padre Provincial Pedro Díaz se oponía por la falta de personal. Fue hasta 1591 cuando se fundó la primera misión de jesuitas en Sinaloa y en junio de 1591 fue enviado el Padre Tapia con el Padre Pedro Méndez (otros dicen que con Martín Pérez), a la misión sinaloense".
"Cuando llegaron a Guadiana (Durango), el Gobernador Rodrigo del Río y Loza les dijo que sería mejor que se marcharan a Sinaloa, donde harían mejor provecho y así lo hicieron, caminando más de doscientas leguas a pie hasta llegar a la villa de San Miguel de Culiacán, guiados por Juan de Castillo y Antonio Ruiz".
"Dice Antonio Ruiz, testigo ocular de los hechos "que los indios los recibieron hincadas en tierra las rodillas, pidiendo a voces el bautismo".
"Llegaron al día siguiente al Palmar, cuatro leguas antes de Mocorito. El cacique de este pueblo que era cristiano, dio orden de que se juntasen todos los niños del pueblo; por la noche se puso en marcha con aquella inocente caravana que caminando con lentitud, llegó a media noche al Palmar en que dormían los misioneros".
"Aunque muy necesitados de aquel descanso, lo interrumpieron gustosísimos de ver aquellas primicias de la gentilidad que el Señor les ponía en las manos. No pudieron bautizar más que a los párvulos, y siguieron adelante su camino. A los pocos días entraron en la villa de Sinaloa con gran acompañamiento de indios; esto fue por julio del referido año de 1591".
"En 1593 la población de la misión de Sinaloa era aproximadamente de cien mil hombres, de razas y lenguas bien diferentes y se dice que los misioneros habían aprendido ocho. El Padre Pedro Méndez narra así sus vicisitudes por esas tierras de Sinaloa; "Guerra me hace el demonio y algunas veces muy crudamente. Pocos días ha me vi tan lleno de tedio y de tristeza, que sentía tedio de la vida".
"¡Oh, qué paciencia y confianza en Dios es menester para estos ministerios! En esta tierra ¿Qué no hay de ocasiones? qué soledad, qué caminos, qué aguas amargas y de mal olor, qué serenos y noches al aire, qué mosquitos, qué espinas, qué gentes, qué niñerías, tlatoles (chismes) y contradicciones; mas si todo fuesen flores ¿Qué nos quedaría para gozar en el cielo?"
"El Padre Tapia fue llamado después por los españoles que estaban en las minas del Real de Topia (como unas cincuenta leguas al Sudeste), volvió después a su amada Sinaloa donde continuó sus trabajos apostólicos. Sin embargo, fue necesario por este tiempo que el P. Tapia. Superior de la Misión de Sinaloa fuese a México en interés de la misma Misión y fue recibido por el Virrey D. Luis de Velasco Segundo, junto con los indios que llevaba consigo y le concedió al P. Tapia todo lo que pedía: ornamentos, campanas e instrumentos músicos y señaló una renta anual".
"Partió luego el Padre Tapia a Sinaloa, de regreso, y fue testigo de una terrible peste y de varios temblores de tierra y la caridad del Padre Gonzalo se extremó en la necesidad, pues atendía a los enfermos en el hospital".
"Con motivo de los temblores visitó el Padre Tapia, de pasada, muchos lugares, prometiéndoles visitarlos después más despacio y así lo hizo y hasta llegó a encontrar a algunos indios muy cambiados, como sucedió con los zuaques. Construyó más de sesenta templos, aunque pequeños y pobres, se hizo conocer y estimar en Capirato, Palmar, Mocorito, Croba'u, Sinaloa, Baboria, Deboropa, Lopoche, Matapán y Ocoriri; en el primer año el Padre Tapia bautizó a más de dos mil, penetró al Río Fuerte, después, como decíamos al Real de Topia, marchó a Ures, Guazave y Sisimicari. Un año después tenía veinte pueblos cristianamente organizados."
Martirio y Muerte del Padre Tapia
"En un pueblo de indios llamado Devoropa, distante como media legua de la villa de San Felipe y Santiago, había un indio viejo, endiablado, llamado Macabeba ("herido o señalado en la oreja"), por un golpe que había recibido en la oreja, el cual incitaba al pueblo a que matasen al P. Gonzalo, que los había despojado de su libertad, decía, haciéndolos cristianos".
"Supo el Padre las maquinaciones de este hombre y trató de ganárselo y contestaba a los que le prevenían de su muerte: "Yo no les he hecho mal alguno; antes los amo como a mis hijos". Más de un año trató de convencer a Macabeba, pero sin provecho".
"Informó al Alcalde mayor de la Villa, el Capitán Miguel Maldonado, para que pusiera más eficaz remedio, éste lo mandó llamar, averiguó sus delitos y lo mandó azotar. No se corrigió Macabeba y antes bien determinó dar muerte al Padre Gonzalo, al que suponía que le había avisado de sus delitos al Capitán, quiso ganarse cómplices pero no lo logró, pues amaban al Padre Tapia y sólo pudo juntar nueve indios, dos de ellos hijos suyos, otro yerno con su hermano y otros tres parientes".
"Todos ellos tomaron sus armas, llegaron de noche a la casa del Padre Gonzalo, que era una choza de paja y lo encontraron rezando el Rosario. El Macabeba entró como a besarle la mano y entabló plática con él. luego llegaron dos cómplices y con una macana, arma a modo de porra. el hostil corto y la cabeza de plomo durísimo, tiró a la cabeza del Padre un fuerte golpe y se la rompió por una sien, sin que cayera el Padre, el cual se levantó y se fue a la iglesia, arrodillándose delante de una cruz que estaba en el cementerio, cargaron tras de él Macabeba y sus cómplices y añadieron otros crueles golpes de hachas y palos cortos hasta que le quitaron la vida".
"Mas no contenta la rabia de éstos con su muerte, le arrancaron la cabeza y el brazo para celebrar su triunfo. Se supo que el brazo lo pusieron sobre brasas para asarlo y comérselo, pero no permitió Dios que aquella carne de su santo siervo se convirtiese en barbacoa, como acostumbraban los indios hacer con la de los animales que cazaban, a pesar de que lo intentaron tres veces y otras tantas salía fresco como lo habían puesto al fuego".
"Como no pudieron por este medio saciar su hambre, desollaron el brazo e hinchendo de paja su pellejo, con él y las puntas de los dedos y mano con que decía Misa, vestidos de ornamentos sacerdotales y bebiendo vino en el casco de la santa cabeza del Padre, celebraban con grande fiesta los matadores y sus aliados el triunfo que les parecía habían alcanzado, acompañándolo con bailes, borracheras y supersticiones".
"Cuando los indios daban muerte al Padre Tapia, lograron pasar por el cementerio dos muchachos, que servían en la Iglesia y escondidos, desde unos matorrales pudieron contemplar la escena y fueron testigos de que hasta mataron a flechazos al perrito guardián del Padre. Cuando amaneció, fueron a la villa de Sinaloa a dar aviso de la muerte del Padre Tapia al Alcalde mayor y Capitán, Miguel Ortiz. quien convocó a los vecinos y ordenó que tres de ellos tomasen sus armas y sus caballos y fuesen al pueblo de Devoropa, buscasen el cuerpo del Padre, y les entregó una manta limpia en que lo recogiesen y trajesen".
"Una vez llegados a Devoropa, no hallaron gente y encontraron el cuerpo del P. Tapia tendido delante de la cruz pero notaron una postura maravillosa del brazo derecho, que a pesar de estar el cuerpo boca abajo, estaba levantado en alto, sobre el codo, y con los dedos índice y pulgar formaba la cruz, como en estandarte. ¿Cuándo fue que la mano del P. Tapia formó la cruz mencionada? ¿Antes de su muerte o al tiempo de ella, o después que le cortaron la cabeza? Sea de ello lo que fuere, esto se tuvo por un prodigio".
Su dichosa muerte sucedió el 11 de julio de 1594". Tenía 33 años al ser sacrificado. La misma edad de Jesucristo al ser crucificado.
Hallazgo de la mano y cráneo del Padre Tapia
"El caudillo de los soldados que acudieron a recoger el cuerpo del P. Tapia notificó que cuando lo encontraron con la mano enarbolada en cruz dieron gracias a Dios; después encontraron con él un relicario todo ensangrentado, dos palos cortos llenos de sangre, con los que lo golpearon; se supo que le quisieron cortar el brazo derecho pero no pudieron. Los tres soldados envolvieron el cuerpo en la manta que llevaban y con ayuda de otras personas lo llevaron a la villa, donde fue enterrado con grandes muestras de tristeza y dolor".
"Después se trasladaron sus huesos a la Iglesia que tenían los jesuitas en Sinaloa, donde se guarda con reverencia. El casco de la cabeza se halló después en poder de indios amigos que lo habían quitado a los matadores, los cuales usaban de él. una vez que le untaron almagre, como vaso de borracheras y después lo tuvieron el P. Pedro Méndez y otros españoles, que lo tenían en grande estima".
"Posteriormente el P. Martín Peláez, S J., Visitador de las Misiones !o condujo al Colegio de México".
"El l9 de noviembre de 1900 otro padre jesuita visitó una familia en México y allí en su casa encontró una caja que guardaban con muchísimo respeto y que no sabían qué contenía y así se registró el providencial hallazgo de los sagrados restos de tres Mártires de la Compañía de Jesús: los Padres Gonzalo de Tapia, Jerónimo de Moranta y Luis de Alavés".
"Los restos tenían esta leyenda: "Cabeza del P. Gonzalo de Tapia, Primer Mártir y Fundador de las Misiones de Sinaloa, trájola el P. Martín Peláez, Visitador de aquellas Misiones".
"¿Cómo fue a dar esta reliquia a manos de dicha familia? Así se explica: cuando Carlos III expulsó a los Jesuitas de la Nueva España en 1767, hubieron de abandonar dichas reliquias, pues sus casas, sus colegios y los bienes y haciendas a ellos vinculados, sus iglesias, sus libros y hasta sus papeles de conciencia les fueron confiscados pero las reliquias de los mártires no fueron olvidadas".
"Un retrato del Padre Tapia se encontraba situado en una Capilla de Santa Marina, Parroquia de la Ciudad de León de Castilla, patria de dicho mártir y Parroquia de los Tapias".
"Sus parientes y algunos vecinos de Quintana de Raneros, lo tienen también en su iglesia. La ciudad hispana de León solicitó reliquias del Padre Tapia y le fueron remitidas por el Padre Hernando de Villafañe, visitador de las Misiones de Sinaloa. Salieron a recibirla en León los Padres de la Compañía, el Arcediano de la iglesia; acudieron un cuarto de legua antes, en el puente de Castro y allí las recibió su maestro el Padre Gabriel Sánchez".
Final de los matadores del Padre Tapia
"Casi todos los que martirizaron al Padre Tapia tuvieron mal fin, excepto Macabeba, el pueblo quedó acabado. Macabeba fue aprehendido por incontables delitos por el capitán Diego Martínez de Hurtaide, sin embargo se arrepintió de todo y murió confesado. Los indios tarascos al saber la muerte del Padre Tapia escribieron una carta, en su propia lengua y estilo. El sobrescrito decía así: "Los Gobernadores, Alcaldes y Regidores, y los demás principales de Michoacán, vean esta carta y la envíen a todos los pueblos comarcanos; escribírnosla nosotros los indios tarascos, que estamos en Topia, para que venga a noticia de todos, cómo en Sinaloa martirizaron unos indios al Santo Gonzalo de Tapia, padre de todos. Este es el sobrescrito".
La carta decía así: "Muy honrados Señores, vecinos de Pátzcuaro, de Sivina, Nauatzín, Charan, Arantzan, y todos los demás pueblos de la Provincia de Michoacán, donde se habla nuestra lengua: a todos hacemos saber, para que vosotros lo aviséis a los demás pueblos pequeños, cómo ya murió nuestro muy Rev. P. Gonzalo de Tapia, que había venido a Sinaloa a enseñar la Fe de Cristo a estas gentes, le mataron, y le hicieron un grande mártir, cortándole la cabeza, y el brazo derecho, teniendo hecha la Cruz, como para persignarse, estaba echado en el suelo; y estando así después de muerto, con la mano derecha ensangrentada, se persignaba todo el cuerpo, y hacía cruces, llegando hasta el hombro izquierdo donde le habían cortado el brazo, estando aún vivo; de esta misma manera estuvo fuera de la casa hasta que lo enterraron".
"Llámase el pueblo donde martirizaron a N.M.R.P. Gonzalo de Tapia, Devoropa. Os avisamos de su muerte para que iodos le recéis un Paternóster, como nosotros nos aparejamos para decir una Misa. Y no dudéis de lo que decimos, porque en realidad de verdad murió; y así os rogamos lo aviséis a todos. Escrivimos esta carta los de Charan, los principales que estamos por acá, Dios sea con vosotros, y nuestra Señora la Virgen María"."
BIBLIOGRAFIA:
El Mensajero del Corazón de Jesús.—México. 1889, Imprenta del Corazón de Jesús, Sepulcros de Santo Domingo, núm. 10.
El Mensajero del Corazón de Jesús.—México, 1901.—Tip. y Lit. "La Europea", de J. Aguilar Vera y Cía. S. en C., Calle de Santa Isabel, núm. 9.
El Mensajero del Corazón de Jesús.— México, 1904.—Tip. y Lit. "La Europea", de J. Aguilar Vera y Cía. S. en C., Calle de Santa Clara, núm. 15.
El Mensajero del Corazón de Jesús.—México, 1888.—Imprenta Católica, Rebeldes núm. 21.
Estudio Histórico de San Luis de la Paz. Gto., 1552-1952.—Pbro. Esteban Ramírez, Guanajuato, 1952.
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