Por Eugenio Amézquita Velasco
El sacerdote de la Diócesis de Celaya, Mons. Félix Yáñez Montoya, a sus 93 años de edad, cumple 70 años de presbítero, lo que le convierte en el sacerdote cristiano católico de más antigüedad en la Diócesis de Celaya. Originario de Apaseo el Grande, nos narra y deja testimoniada, en video, parte de su vida y cómo se dio su vocación sacerdotal.
Compartimos este momento en este día de hoy, 28 de noviembre de 2024, fecha en que se celebra este aniversario de siete décadas dedicado la vida al servicio de Dios y del prójimo a través del sacerdocio ministerial de Cristo.
Sacerdote íntegro: Mónica Muñoz
Nuestra compañera periodista Mónica Muñoz, corresponsal del espacio digital católico Aleteia y colaboradora de Guanajuato Desconocido y Metro News, nos comparte parte de la vida de Mons. Félix Yáñez Montoya, en una entrevista realizada hace un año a Monseñor Yáñez Montoya.
Nuestra compañera periodista y colaboradora Mónica Muñoz |
"La fidelidad al ministerio presbiteral es posible. Este santo sacerdote ha inspirado muchas vocaciones por con su intachable vida".
"De caminar encorvado, pero de espíritu joven... Ha sido sacerdote, más de los que vivió con su familia de sangre; una decisión que nunca ha lamentado. Rodeado de fieles de la parroquia donde aún presta sus servicios, monseñor Félix Yáñez Montoya, agradeció a Dios su elección".
"Originario de Apaseo el Grande... muchos sacerdotes lo han conocido desde que comenzaron su formación y todos lo recuerdan con respeto y cariño. Uno de sus antiguos compañeros, maestro en el seminario, dijo que siempre ha sido un gran ejemplo de «sacerdote íntegro, dedicado a su ministerio, un compañero de camino, un director espiritual impecable y fiel»."
Los recuerdos iluminan su mirada y a cada pregunta Monseñor Félix responde convencido de que Dios lo llamó personalmente, porque su vocación nació motivada por su párroco, Don Efrén Flores Rico, quien le preguntó por qué no se iba al seminario «el año que entra»".
"Él, un niño de unos 9 años, solo atinó a responder: «sí», sin saber de qué se trataba, sin embargo, inocentemente creyó que para el siguiente año, el padre olvidaría sus palabras".
"Pasado ese tiempo el párroco volvió a insistir. El padre dice que en realidad él no entendía la magnitud de la invitación que le habían hecho. Todos en su casa estaban de acuerdo, pero él «no captaba la invitación, no podía digerir», recuerda con cariño y con toda claridad, como si hubiera sido ayer".
Fue su madre quien le preguntó por qué no quería irse al seminario, «¿ya conoces?», le dijo ella. «No, no conozco», respondió el pequeño Félix. «Entonces, ve. Si te gusta, te quedas y si no, pues te vienes». Fue de esa manera que, concluyendo el quinto año de primaria, ingresó al seminario; y como sí le gustó, ya no volvió a su casa. «Me quedé en el seminario, y hasta la fecha», dice alegremente.
"Monseñor Félix dice que sí es feliz, pero comenta con energía: Feliz, se me hace poco decir, es algo más que no alcanzo a decir con la palabra, porque es tocar la divinidad, que no es humano sino divino. El gozo me lo da Dios»."
"Además, no cambiaría nada en su vida; por el contrario, comenta que procuraría afinar mejor todo lo que es para dedicarse a Dios, al prójimo y a toda la creación de todos los tiempos, porque Dios es el que puede todo y él, nada puede. «Me apoyo en Dios para salir adelante», afirma".
"Como consejo, dice a los jóvenes que tienen miedo de irse al seminario que «hablen con Jesucristo» porque la invitación viene de Dios. «Si llegan a entender que es nuestro Señor Jesucristo el que los está invitando, es muy difícil negarse. Él le da a uno todo»."
"El sacerdote concluye diciendo que no le hace falta nada en su vida, nada más seguir a Dios, porque no hay cosa más satisfactoria en este mundo que estar con Él. «Porque todo lo demás falla y Dios no falla», finaliza".
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