Por Eugenio Amézquita Velasco
En base a la información histórica proporcionada por el INAH a través de la ficha I-11-01140, sobre el Puente de Batanes, ubicado sobre el río Lerma en la ciudad de Salvatierra, se señala que "el Cabildo de la ciudad solicitó desde los trámites para la fundación que se hiciera un puente sobre el río Grande, por ser necesario el paso del comercio y la justicia".
"Éste hizo la propuesta a los religiosos Carmelitas para que tomaran la obra, y éstos a su vez encomendaron la proyección de la obra a fray Andrés de San Miguel, con un presupuesto inicial de un mil pesos".
"Para recuperar su costo, se determinó también se cobrara el derecho de pontazgo a las recuas y ganado que pasasen, y una vez cubierto dicho costo el paso quedaría libre. La obra se inició el 23 de julio de 1649 y se terminó en poco más de 180 días. En el informe del Cabildo se refiere que el puente constaba de 220 varas de largo, ocho y media de ancho, 14 ojos, 16 estribos, y dos ermitas en sus remates".
"El costo del puente llegó a la cantidad de 4 419 pesos y 5 reales, para garantizarlo, el Cabildo por convenio celebrado con los religiosos el 8 de mayo de 1650, los autorizó a cobrar el pontaje en las ermitas desde ese año y hasta 1652".
"Al retirarles el Cabildo la autorización para cobrar, se provocó un litigio con los religiosos, cuyo adeudo reclamado ya ascendía a los 15 000 pesos con los réditos. El Ayuntamiento tuvo que rentar los pastos y tierras de la ciudad, y a final de cuentas, otorgarles más mercedes de tierra".
"Contaban los padres Carmelitas, como era común entre ellos, con magníficos ingenieros y arquitectos, siendo una de las lumbreras de su tiempo fray Andrés de San Miguel, estaba considerado como el mayor astrónomo e hidrógrafo en esos días. Era natural de Medina Cidonia, España, su nombre fuera de la orden fue el de Andrés Segura. Vio la luz primera en el año de mil quinientos setenta y siete, pasó a la Nueva España, y tomó el hábito de lego en la orden del Carmelo en la ciudad de Puebla
de los Ángeles en el año de 1598. (Alejo, 2009)"
"Durante el Segundo Imperio Mexicano, Salvatierra estuvo ocupada por un regimiento del ejército francés, encargado de perseguir a las tropas republicanas: en 1867 se dio un enfrentamiento contra el ejército francés en el Puente de Batanes." (Campos, 1996)"
Preexistencia de otras épocas.
Las fuentes documentales consultadas fueron:
Alejo López, Miguel. 2009. "Historia y Evolución de Salvatierra", Colección Monografías Municipales de Guanajuato, León, Guanajuato: Comisión Estatal para la Organización de la Conmemoración del Bicentenario del inicio del movimiento de Independencia Nacional y del Centenario del inicio de la Revolución Mexicana. pp. 63.
Campos, Rodriguez Patricia. 1996. "Salvatierra en el tiempo y el espacio" Ciudades Guanajuatenses a la orilla del milenio. Guanajuato, Guanajuato: Universidad de Guanajuato. pp. 18
El Puente de Batanes, el último puente colonial de cal y arena
El Maestro Pascual Zárate Ávila, escribió en su espacio Arcadia Salvaterrense descripciones interesantes sobre el Puente de Batanes el 25 de julio del 2018, con un artículo que titulo "El último puente colonial de cal y arena que se conserva actualmente, está en Salvatierra, Gto", y que es localizable en https://arcadiasalvaterrense.blogspot.com/2010/07/el-ultimo-puente-colonial-de-cal-y.html
El escudo de armas del municipio de Salvatierra, en el cuadrante inferior izquierdo en oro, ostenta al puente de Batanes, principal monumento y joya colonial de Salvatierra, y significa la unión del valle de Guatzindeo con la ciudad de Salvatierra.
La Batalla del Puente de Batanes, 1813
La batalla en el puente de Batanes entre Iturbide y Ramón Rayón, con el triunfo del primero, no es un hecho de guerra aislado y circunstancial; es un evento histórico cuya trascendencia marcó el rumbo del país hasta los primeros años de vida independiente.
Esta batalla no es significativa en el plano militar como una de las grandes contiendas, donde la gloria de las armas cubre e inmortaliza a los vencedores. Se da dentro de las paradojas que ofrece la Guerra de Independencia, en la conformación ideológica que la llevaría a su consumación.
Bastaría una simple enumeración de hechos, para establecer que muchos de sus precursores e iniciadores se transforman en acérrimos enemigos entre sí, y no consuman la Independencia los que la proclamaron, sino sus antagonistas.
En los hilos de la historia, la batalla en el puente de Batanes tiene sus antecedentes desde el momento de la captura y posterior ejecución de Hidalgo y sus correligionarios en los meses de junio y julio de 1811, así como, la ejecución de José María Chico y Linares, ministro y compañero de Ignacio López Rayón, quedando éste como comandante supremo de la lucha por la Independencia.
López Rayón inició en esos momentos su marcha hacia el Sur, haciéndose nombrar Ministro de la Nación, para ganarse el respeto de los jefes guerrilleros como Jefe de Gobierno y Comandante Supremo del ejército insurgente. Ante la necesidad de unificar la lucha armada en un solo mando, se propuso crear el órgano supremo para dirigir la campaña. Nació así la Suprema Junta Nacional
Americana, instalada en Zitácuaro el 19 de agosto de 1811, con Rayón como Ministro de la Nación, José María Liceaga y José Sixto Berdusco como vocales.
No tardaron en presentarse las desavenencias entre los miembros de la Junta, Liceaga y Berdusco nulificaban a Rayón. Desde su constitución no existió unidad, circunstancia que fue empeorando y aprovecharon los realistas para desacreditar por esto a la Junta, alimentando las desavenencias de sus integrantes. Los jefes del Bajío decidieron apoyar a Rayón, entre ellos, el brigadier Juan Rubí que en los primeros meses de 1813 se acuarteló en Salvatierra. Liceaga no ocultó su enojo y lanzó un
manifiesto a los habitantes de la ciudad en su contra y abandonó la plaza rumbo a Michoacán.
Meses después, en Septiembre, Rubí fue capturado en el pueblo de Urireo y pasado por las armas en esta ciudad. Ramón Rayón, a las órdenes de don Ignacio, procedente de Tlalpujahua se dirigió a Salvatierra para entenderse con Liceaga que se encontraba de nuevo en la ciudad. Es éste, el motivo que lo trajo hasta aquí.
Por su lado, Iturbide había hecho lo propio en la campaña del Bajío; el 5 de junio de 1812 sorprendió en Valle de Santiago al temible guerrillero Albino García, fusilándolo en Celaya, lo que le ganó el ascenso a teniente coronel; en ese mismo mes fusiló junto con 150 hombres a los padres Luna y Sáenz, al comandante Abarca y a la bella espía Tomasa Estévez.; y el 1 de noviembre de 1812 tomó la isla Liceaga en la laguna de Yuriria. Estas acciones de armas le dieron a Iturbide una innegable presencia en la región.
Ramón Rayón llegó a Urireo con la intención de entrevistarse con Liceaga y buscar un advenimiento con la Junta de Zitácuaro, al no presentarse Liceaga, Rayón arribó a Salvatierra el 14 de abril de 1813, y éste dejó la ciudad para dirigirse a la hacienda de la Zanja en los límites con Jaral. Iturbide tuvo noticias de la presencia de Rayón en Salvatierra y concentró sus fuerzas en la hacienda de San Nicolás de los Agustinos el Jueves Santo 15 de abril de ese año. Rayón decidió enfrentar a Iturbide y dejar para
después la aprehensión de Liceaga.
Al amanecer del viernes Santo 16 de abril, Iturbide decidió tomar Salvatierra, encontrándose con la efectiva defensa que Rayón había organizado. El insurgente había colocado hombres bien fortificados en el puente y en las casas del obraje de San Isidro, y distribuido columnas de combatientes en el vado inmediato, y en los de San Francisco y San José del Carmen.
Inútilmente trató Iturbide de entrar a la ciudad por éstos, siendo rechazado una y otra vez. Al comandante Oviedo, lo situó Rayón en un cerro inmediato a la izquierda de Salvatierra, con la orden de permanecer oculto y no hacer movimiento alguno, mientras él atacaba a Iturbide y lo perseguía hasta la hacienda de Santo Tomás, fue cuando Oviedo desobedeció las órdenes recibidas saliendo de su refugio, provocando que Iturbide lo atacara y lo pusiera en fuga. Ya en el puente, Iturbide arremetió
con toda su fuerza, el hombre sabía gritar en el momento oportuno.
A los fortificados, por la confusión no les alcanzó el tiempo para disparar los cañones. Rayón salió de Salvatierra por la calle de Capuchinas rumbo a Puerto Ferrer sin que el realista osara perseguirlo. Iturbide presa de un fuerte dolor de cabeza, descansaba en Salvatierra, mientras su secretario, el padre Gallegos, escribía un informe de abultadas proporciones que don Agustín firmó sin leer.
El historiador salvaterrense Francisco Vera Figueroa, hace un magnifico análisis de las consecuencias de esta batalla en su obra: Sacrificio Insurgente en el Puente de Salvatierra, señalando lo siguiente: “Para Iturbide es el principio de su engrandecimiento, fue ascendido a coronel del Regimiento de Celaya y recibió la Comandancia General de la Provincia de Guanajuato que se separó de la de Guadalajara al mando del Mariscal José de la Cruz. Para la Junta de Zitácuaro fue el principio del fin, la molestia de Morelos con Ignacio López Rayón; la disolución de la Junta y la integración del Congreso de Chilpancingo.”
Ambos contendientes maximizaron sus aciertos y minimizaron sus errores en los partes de guerra respectivos. Iturbide lo firmó al día siguiente y lo dirigió al mariscal José de la Cruz, afirmando que sus bajas fueron un cabo muerto y catorce heridos, contra trescientos cincuentas muertos y setenta y cuatro prisioneros hechos a Rayón. Éste en cambio, le informaba a López Rayón haber tenido solamente veinte bajas, entre muertos, prisioneros y heridos, el parte lo firmó hasta el 24 de abril en Tarandacuao, ocho días después de la batalla.
Para el historiador salvaterrense Melchor Vera, fueron ejecutados después del combate dieciséis individuos que no pertenecían a la tropa, sino eran de la plebe que se dedicó al saqueo en la ciudad, fueron fusilados en el muro del obraje de San Isidro y enterrados en los terrenos conocidos como el potrero de Ávila.
La Batalla del Puente de Batanes entre franceses y republicanos
En 1864, se da la Batalla en el Puente de Batanes entre las tropas francesas de ocupación y los republicanos del General Manuel García Pueblita.
Desde diciembre de 1863 los invasores franceses empezaron a ocupar el estado. El 2 de ese mismo mes el mariscal Bazaine ocupó la ciudad de Celaya. Por esta situación Salvatierra había sido designada por el gobierno del estado cabecera del distrito. Sin embargo, una columna del ejército francés se dirigió a nuestra ciudad, continuando una parte de ella a Acámbaro y la otra a Yuriria y Cuitzeo por el rumbo de San Nicolás de los Agustinos.
Por fin, el 20 de mayo del año siguiente las autoridades y pueblo de Salvatierra, presionados por las circunstancias imperantes de esa época, reconocieron y se adhirieron al Imperio de Maximiliano. Para controlar esta región de los Valles Abajeños las tropas de ocupación establecieron en Salvatierra una guarnición compuesta de un regimiento de carabineros Vincenes que fueron acuartelados en el ex convento del Carmen.
Como en todo el país, la resistencia contra el invasor aumentó en Salvatierra y la región a través de la guerra de guerrillas, que hostigaban constantemente a los franceses, que eran dueños únicamente del suelo que pisaban. Una de las guerrillas que más daño causó a los carabineros Vincenes fue la comandada por el general Manuel García Pueblita.
El general García Pueblita fue oriundo de Michoacán, había nacido en Patzcuaro en el año de 1822; participó contra la invasión norteamericana en la batalla de La Angostura; se adhirió al Plan de Ayutla encabezado por el general Juan Álvarez; durante los gobiernos liberales, se desempeño como comandante militar y gobernador de Michoacán; y pasó a la resistencia contra la intervención francesa durante el Segundo Imperio.
Para llevar a cabo su labor de control militar de la región, el regimiento de carabineros hacía periódicamente patrullajes por todo el territorio a ellos encomendado. Estas patrullas iniciaban su labor en Salvatierra y tenían como destino, según el caso: Acámbaro, Tarandacuao y Jerécuaro; Tarimoro y Cacalote; San Nicolás de los Agustinos, El Sabino y Cañada de Caracheo; Yuriria y Cuitzeo.
Dejando durante estos recorridos prácticamente vacío el cuartel, con tan solo uno o dos guardias que cuidaban las pertenencias del regimiento. El general García Pueblita, conocedor de esta región por su origen michoacano, se dedicó a hostigar con ahínco a
la guarnición de carabinero acantonado en la ciudad durante el año de 1864 y principios de 1865.
Don Melchor Vera en su obra “Guatzindeo Salvatierra” nos relata que aprovechando una ausencia del regimiento cuando había salido de patrullaje a Cuitzeo, García Pueblita tomó la ciudad, previendo militarmente su regreso para causarles el mayor daño posible sin una resistencia formal. Para este fin se simuló que se le iban a hacer unas reparaciones al puente de Batanes, levantando unos andamios en cada uno de los lados y por fuera del mismo y en la cabeza que da para la ciudad, construyó un fortín donde colocó un par de pequeños cañones.
Al regreso los franceses se encontraron con la novedad de que la ciudad había sido ocupada por la guerrilla republicana de los liberales de García Pueblita y se apresuraron a atacar el puente con menos acierto e inteligencia que décadas atrás lo hiciera Agustín de Iturbide. Al pretender entrar por él, fueron recibidos con fuego de cañón y una tupida lluvia de balas de fusilería. Lo que los obligó a emprender la retirada.
Una vez recuperados de la sorpresa, advirtieron que el fuego de los cañones y de la fusilaría no podían causar daño si caminaban por los andamios de los costados del puente. Formaron dos largas filas que se encaminaron cada una por las estructuras de madera para poder asaltar el fortín de la cabecera donde estaban los cañones.
Los andamios habían sido preparados de tal manera que en un momento dado se pudieran venir abajo a una señal que diera el jefe guerrillero. Así pasó efectivamente, los soldados cayeron al agua pereciendo no pocos de ellos, y muchos más con serias contusiones y fracturas dificultando su rescate las crecidas avenidas que en esos tiempos tenía el río.
El grueso de la tropa liberal presenciaba el acontecimiento desde las bóvedas del templo de San Francisco, desde donde les gritaban burlonamente “quebranta huesos”, en alusión a la costumbre que tenían de rasurarse ambos lados de la frente para dar mayor extensión a ésta. Los franceses contestaban a su vez con gruesas injurias en su idioma materno, además de otras que habían aprendido de nuestro expresivo y florido lenguaje en el arte del insulto al prójimo, entre el que destacaba el de decirles “roba vacas”, en alusión a la forma en que estos se proveían de alimento.
Consumada esta hazaña, el general Manuel García Pueblita se retiró de Salvatierra, llevándose consigo un cuantioso botín que había sustraído del cuartel de los franceses. Se retiró por el mismo rumbo que años atrás hiciera Ramón Rayón hasta Michoacán.
Estas ausencias temporales de los soldados franceses, las aprovechaban los guerrilleros para tomar la ciudad. Librándose en no pocas ocasiones cruentos combates en pleno corazón urbano. Uno de los más feroces de que se tiene memoria fue el que se dio cuando este mismo guerrillero volvió a tomar la ciudad entrando por el mismo puente de Batanes, para toma luego la Calle Real (hoy calle Hidalgo) hasta llegar a la plaza Principal.
En su retirada trabaron un feroz combate en la hoy calle de Leandro Valle, en la cuadra comprendida entre las calles de Hidalgo y Morelos. En este enfrentamiento cayó muerto uno de los jefes guerrilleros más cercanos a García Pueblita, huyendo el resto de la tropa por el rumbo de El Sabino, para perderse en las inmediaciones del cerro de Culiacán.
El general Manuel García Pueblita fue sorprendido y muerto por los invasores en Uruapan en un enfrentamiento con un batallón de zuavos al mando del coronel Clinchant el 23 de julio de 1865. Las tropas de ocupación se retiraron de Salvatierra hasta diciembre de 1866.
Tomado de:
Historia y Evolución de Salvatierra
Miguel Alejo López
Colección de Monografías Municipales de Guanajuato
Año 2009
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