Enrique R. Soriano Valencia
El fallecimiento de una persona es doloroso por los vínculos afectivos que creó. En el alma de cada conocido, deja sensación de vacío su muerte. Evidentemente, en tanto más reconocido el difunto, mayor número de corazones tocados. Por ello, cuando alguien con una gran influencia social llega al último de sus días es objeto de múltiples comentarios públicos en medios.
Como dirigente espiritual, cabeza de la Iglesia católica, la defunción del papa Francisco ha disparado miles de notas, reportajes, videos, programas, mesas de discusión en el mundo entero… pero la mayoría lo enuncian inadecuadamente.
En casi todas las notas he leído «El Papa Francisco ha muerto». Es decir, enuncian con mayúscula inicial la palabra papa. La ortografía académica define los cargos como nombres comunes. El nombre es Francisco, no *Papa Francisco. Y se considera nombre común porque quien sea electo como cabeza de la Iglesia católica para sustituir al recién fallecido, también recibirá en título de papa, como ha sucedido con los 266 reconocidos históricamente, incluso Francisco.
La Ortografía no usa criterios como el respeto o vinculación a aspectos divinos para definir la forma en que debe enunciarse un vocablo. Por tanto, no debe considerarse como falta de respeto o invocarse sesgo sagrado para una mayúscula o minúscula.
La ortografía académica define que los sustantivos (entre los que se encuentran los nombres propios) son los únicos que podrían enunciarse con mayúscula inicial. El resto de categorías gramaticales (adjetivos, verbos, modificadores, adverbios, etc.) inician con minúscula.
En este caso, el vocablo hace la función de adjetivo al calificar a Francisco de papa. Es decir, de forma extensa, la noticia se leería: «El sumo pontífice romano, vicario de Cristo, sucesor de san Pedro en el gobierno universal de la Iglesia católica, de la cual es cabeza visible, y padre espiritual de todos los fieles Francisco ha muerto». Un símil menos extenso sería: «El licenciado Gómez informó que…», donde la palabra licenciado se entiende como el que tiene licencia en una materia. Esto es que tanto papa como licenciado están calificando a la persona enunciada como dirigente religioso y especialista en una materia, respectivamente.
No obstante, hay ocasiones en que podría aparecer la palabra papa con mayúscula inicial. Ese caso se conoce como antonomasia. Esta consiste en que mediante un nombre común se hace sobrentender a una persona en particular (que si se enunciara directamente, llevaría mayúscula inicial). Ejemplifico: «En su última encíclica Urbi et Orbi, el papa Francisco aseguró que la Pascua es la fiesta de la vida. Asimismo, el Papa destacó que Dios quiere que la humanidad resucite».
En la primera oración la palabra papa aparece en minúscula como corresponde, acorde a lo enunciado. Sin embargo, en la segunda el mismo vocablo se presenta con mayúscula inicial. Ello porque la palabra papa sustituye a Francisco. El contexto, el párrafo en su conjunto, permite reconocer que no se trata de una declaración de algún otro papa, sino estrictamente a lo sostenido por Francisco en su última encíclica.
Descanse en paz, el eminentísimo papa Francisco. #MetroNewsMx #Chispitasdellenguaje #GuanajuatoDesconocido
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