Cumple hoy Celaya 454 años de la ejecución del mandato de fundación
Por Eugenio Amézquita Velasco
Hoy es el cumpleaños de Celaya, con 454 años de haberse ejecutado el mandato de la fundación de esta bella ciudad, llena de historia y tradiciones.
El historiador Luis de Velasco y Mendoza, auto de la obra, en 4 tomos, "Historia de Celaya", nos comparte ese momento histórico donde se ejecuta el documento de la fundación.
"El mismo comisionado del Virrey, Doctor Don Francisco de Sandi, que además de ser Alcalde de Corte y Chancillería, y Teniente de Capitán General, era uno de los militares que andaban en persecución de los Chichimecas, había hecho el trazo de la nueva población en el sitio destinado para el caso, entre el villorrio Otomite de Nattahí, emplazado entre la espesura del Mezquital de Apaseo, y la estancia de un español de apellido Requena, cerca de una gran ciénaga y no muy lejos de la confluencia de los ríos de Apaseo y San Miguel (después llamado de "la Laja") "a donde había mucho pescado y cedros y sabinos y otros diferentes árboles para hacer madera para las casas, y muy buena tierra para hacer adobes y así mesmo había piedras del dicho sitio para las dichas casas y para poder hacer cal, y las tierras eran fértiles y se podría sacar el río para hacer riegos y para hacer molinos..."
"Mas para llevar a feliz término el proyecto, hubo de pagarse a un tal Gaspar de Salvago, la suma de cuatro o quinientos pesos, ya que este individuo se decía dueño de parte del terreno y se oponía a cederlo, alegando tener una merced de las tierras, concedida por el Virrey Don Luis de Velasco, el Viejo, en el año de 1558".
"Contentándose ya con la delineación de la villa que se iba a establecer, en cuyo trazo estaban señalados los sitios destinados para Casa de Cabildos, Iglesia, plaza y solares para los vecinos, así como también terrenos para ejidos y dehesa; se congregó a los interesados, para efectuar el reparto de solares, que hizo el Alcalde Mayor, Don Pedro de Villegas; (7) teniendo efecto la reunión de los fundadores a la sombra de un corpulento mezquite que crecía al lado de la pequeña ermita que había en el poblado Otomite de Nattahí (donde se levantó después el templo que aun subsiste en el barrio del Zapote), dándose así cumplimiento al mandamiento de fundación del Virrey Don Martín Enríquez de Almanza; pero no sin dejar de advertir a los nuevos propietarios de la villa que se iba a establecer: "que se juntasen en ella a vivir y residir y hacer sus casas y asiento, dentro de un año primero siguiente, so pena de perdimiento de las tierras y labranza que en el dicho término tuvieren".
"Y el 1º de Enero de 1571, después de haber oído con unción la "Misa del Espíritu Santo", que fue la primera que se celebró ya en Celaya, y que tuvo lugar en el mismo sitio en que hoy se levanta el Palacio Municipal, (8) se llevó a efecto, con asistencia de todos los pobladores como estaba ordenado, la integración del Cabildo de la villa recién fundada".
"A esa reunión concurrieron los treinta hombres casados que exigía el mandamiento virreinal, y cinco varones más: "Domingo Silva y Juan Freyre, que resultaron electos para ocupar el cargo de Alcaldes ordinarios; Antonio Martínez de Contreras, para Alférez Real; y Francisco Ramírez, para Alguacil Mayor". Los nombres de los demás asistentes y fundadores, entre los que se cuentan los Regidores: "Miguel Juan de Santillana, Diego Pérez Lemus, Domingo Marín y Lope García", son los siguientes: "Pedro Fernández de los Reyes, Vasco Domínguez, Cristóbal Benítez, Gonzalo Díaz, Juan Núñez de Jerez, Martín Hernández, Miguel Muñoz, Miguel Sánchez Izquierdo, Pedro del Olmo, Diego Juárez, Pedro de Uribe, Francisco Ramírez Vives, Cristóbal de Estrada, Domingo Santos, Melchor López Pallares, Gonzalo Jorge, Sebastián de Arriola, Bernardino Guerra, Martín de Ortega, Martín Alonso, Alonso Muñoz, Pedro Machuca de Alcalá, Juan de Quintanilla, Luis Hernández, Francisco Vallejo y Juan de la Cruz Sarabia". (9)
"Tres años después se hizo el reparto de tierras para sembradura a los individuos que estaban avecindados ya en la villa, comisionando el Virrey para que se hiciera la distribución: al Doctor Don Alonso Martínez, quien llegó al lugar con el título de Juez Visitador de la Villa de Zalaya; y como posteriormente tuvieran dificultades y disputas los mismos vecinos, porque el riego de sus tierras no se hacía como era de justicia: el Virrey Almanza proveyó un Ordenamiento en el que disponía que el agua de los ríos de San Miguel y Apaseo se repartiera equitativamente entre los interesados; encomendando al Doctor Don Hernando de Robles, Oidor de la Real Audiencia de México y en aquel entonces Teniente de Capitán General de las fuerzas que estaban en campaña contra los Chichimecas, para que de acuerdo con el Alcalde Mayor de la villa, se hiciera un reparto justo de aquellas aguas".
"Los vecinos de "Ntra. Sra. de la Concepción de Zalaya" fueron además declarados hidalgos de solar y linaje conocido, quedando comprometidos desde un principio, a pagar a la Corona española veinte mil pesos, que se cubrirían en dos partidas, como importe total del valor de las tierras y aguas de que se les dio a cada quien posesión, y que estaban comprendidas en las cuatro leguas señaladas como demarcación de la villa; quedando en esta forma compuesto todo lo que tocaba al distrito y jurisdicción del Alcalde Mayor de la misma, cuyo funcionario había sido nombrado por el Virrey".
"El mandamiento virreinal concedía además a la nueva Villa, como fundo de propios y rentas, una porción de tierra de veinte leguas en cuadro, y ordenaba "que la dicha villa tenga y se le guarden todas las exenciones, preeminencias y libertades que tienen las demás villas de este reino y de los demás reinos de Su Majestad..." Concesiones que daban a Zalaya, como se las daban a las demás villas hasta entonces establecidas: facultad para nombrar su Cuerpo Capitular, aunque sin el privilegio de poder arrendar o vender los oficios; concesión de que el Alcalde ordinario de primer voto, fuera tenido al año siguiente de su elección por Alcalde de Mesta; autorización para nombrar a un capitán de guerra, a quien se encomendaría en la región la campaña contra los indios Chichimecas; y plena facultad para establecer ordenanzas municipales mediante la aprobación del Virrey".
"Así pues, las autoridades de Zalaya, quedaron constituidas como en los demás pueblos de la colonia, por un Alcalde Mayor y Capitán, Alcaldes ordinarios, Alguacil Mayor, Regidores, Alférez Real y un Escribano que era público y del Cabildo y que servía además en todos los Tribunales".
"Los Alcaldes ordinarios y los Regidores duraban un año en su cargo y elegían a sus sustitutos para el año siguiente, además de un Mayordomo y un Procurador del Consejo. Esta elección era confirmada por la autoridad superior y comenzaban los nombrados a ejercer sus funciones, el día de año nuevo".
"Como es natural, los vecinos de "Ntra. Sra. de la Concepción de Zalaya" sólo se preocuparon en los primeros años por atender a la construcción de sus moradas y edificación de sus templos, tanto por su propia comodidad como también para tener un refugio seguro en caso de un ataque de los Chichimecas; tarea en la que encontraron eficaces colaboradores entre los indígenas de la región, que al sentirse halagados con el buen trato que recibían de sus dominadores, contribuían al crecimiento de la villa, porque empezaron a inmigrar, estableciéndose también en Zalaya".
"Desde un principio los vecinos españoles procuraron que los indios agregados a la villa, vivieran en los aledaños de la población; y con esto, comenzaron a formarse a su alrededor pequeños núcleos de jacales que con el transcurso del tiempo y sobre todo a la expedición del ordenamiento del Virrey Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey, que disponía la reconcentración de los naturales en congregaciones para que se acogieran en las villas y pueblos de españoles que había establecidas, se vinieron a constituir definitivamente los actuales barrios de indios que rodean a Celaya; entre ellos el del Zapote (emplazado en lo que había sido el antiguo poblado Otomite de Nattahí), (10) que desde aquella época quedó situado en las afueras de la traza que se dio a la población".
"Las condiciones climatéricas, sumamente benignas, congregaron poco a poco a nuevos vecinos, que por lo regular se dedicaban a la agricultura, ya que la siembra de cereales les producía muy buenos rendimientos; sobre todo el trigo, cuyo grano además de ser vendido, era también beneficiado en los molinos que se empezaban a construir en la región".
"Con esto la población de españoles muy pronto se triplicó, contándose entre los vecinos a uno que otro comerciante; pues por insignificante que hubiera sido el comercio en aquellos años en que apenas comenzaba a crearse, algunos traficantes y buhoneros, deseos de obtener buenas ganancias, se vinieron a establecer en la villa de "Ntra. Sra. de la Concepción de Zalaya", para comprar allí los productos de la tierra con objeto de exportarlos; y en cambio ponían a la venta géneros y algunas bugerías europeas, que tenían muy buena demanda entre todo el vecindario".
"De por esos años es la siguiente relación que de Zalaya hacen unos religiosos Franciscanos, dice así: "El pueblo es Villa, en el cual y su comarca hay más de ochenta españoles y muchos indios de diferentes naciones y lenguas, porque unos son Mexicanos, otros Otomites, otros Tarascos, otros Metlazahuas y otros Chichimecas Pames, todos estos cuentan en el Obispado de Michoacán, y es en tierra de guerra; y de todos, con los españoles, son ministros nuestros frailes; cógese por allí mucho trigo, que es comarca maravillosa para este efecto"". (11)
"El aumento de población hizo que Zalaya comenzara a tener mayor movimiento, pues no solamente se habían establecido en la villa más familias españolas, sino que también los indígenas agregados habíanse aumentado; y en sus barrios estaban establecidas varias Repúblicas de Indios con Gobernador, Alcaldes y Regidores, a cuyo gobierno estaban sujetas cerca de dos mil seiscientas cincuenta familias otomites, de las que antiguamente poblaban la región". (12)
"Así pues, la importancia de la Villa aumentaba y el tráfico crecía a medida que se elevaban las necesidades de las demás poblaciones establecidas al Norte y al Poniente de su territorio; haciéndose muy notable el movimiento en Zalaya a la llegada de los convoyes de mercancías que se dirigían de la ciudad de México a Guadalajara, Guanajuato y demás puntos intermedios, o de las remesas de metales que se exportaban de los Reales de Minas, de Santa Fe de Guanajuato y Zacatecas; pues ese tráfico venía a dar más vida y animación a la villa, con el trajín y vocerío por los forasteros".
"Tres o cuatro días permanecían allí los viajeros, traficando muchos de ellos mientras se reponían de la fatiga y de las molestias del camino; ya que Zalaya era escogida por los conductores de las carretas y recuas de mulas como lugar a propósito para estación o descanso, tanto por el carácter acogedor de sus habitantes, como por su agradable clima y su aspecto atractivo y pintoresco; pues según dice el agustino Fray Diego Basalenque: "el temple de la Villa es bueno, que inclina más a caliente que a frío. Danse muy buenas frutas de España, y el puesto es llano que eso le daña algo, porque está cercado de muchos mezquitales, y tan grandes, que no se ve la Villa hasta que se entra en ella. Los vecinos son buenos y muy amigables, y han sido de muy buen posible..." (13)
"En esas condiciones la estancia en Zalaya debe haber sido muy grata por el placentero ambiente que se disfrutaba en la población, pues que aparte de sus comodidades urbanas, proporcionaba deleite a los sentidos por su privilegiada situación y circunstancias naturales; ya que su colocación entre un espeso bosque de mezquites, donde no faltaban algunos sabinos corpulentos, que también crecían en los muchos huertos poblados de olivos, flores y árboles frutales que existían en el lugar, aparte de atraer con la frescura de sus frondas a las aves canoras, perfumaban además con su aroma, la atmósfera que allí se respiraba".
"Con esto, después de haber descansado en Zalaya, proseguían su camino los conductores y viajeros; ya confortado el ánimo y el cuerpo, tanto con el buen trato que les habían prodigado los vecinos de la acogedora villa, como con haber disfrutado de sus condiciones naturales; obteniendo también ganancias, que no dejaban de halagar a aquellos de los viandantes que se habían dedicado a especular con la compra y venta de mercancías."
Notas:
7.- "Tierras". Vol 674. Testimonio del Título de fundación de la Villa de Celaya, y reparto de Tierras y Aguas de los ríos de Sn. Miguel y Apaseo. Archivo General de la Nación.
8.- "Relación de la religiosa acción de gracias que en 3 de Abril de 1820 tributó Celaya a nuestro Dios y su Madre Purísima por la pacificación de la Provincia de Guanajuato a que pertenece". No. 63 de la "Gaceta de México", del día 23 de Mayo de 1820.
9.- "Geografía Local del Estado de Guanajuato". Pedro González
10.- "Nattahí". Fulgencio Vargas.
11.- "Relación Breve Verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al Padre Fray Alonso Ponce en las Provincias de la Nueva España, siendo Comisario General de aquellas partes". Fray Antonio de Ciudad Real.
12.- "Teatro Americano". Tomo II. Joseph Antonio de Villaseñor y Sánchez.
13.- "Historia de la Provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, del Orden de Ntro. Padre Sn. Agustín". Tomo II. Fray Diego Basalenque.