Manuela Taboada, detalle del mural sobre su vida, del artista
Arturo Elías Islas. Antigua Presidencia Municipal de Comonfort

Eugenio Amézquita Velasco

COMONFORT.- A unas tres cuadras de la Posada Chamacuero y de Terraza 5, en pleno centro histórico de este Pueblo Mágico de Comonfort, se localiza la que fuera la casa de la insigne heroína Manuela Taboada, en lo que son las instalaciones de la antigua alcaldía comonforense, precisamente frente a la casa de otro destacado oriundo de este pueblo. el Dr. José María Luis Mora.

Con el título de "Mexicanas Célebres", el llamado "Álbum, de la Mujer"(6), en su Año 4, Tomo 6, Número 19, de fecha 9 de mayo de 1886, relata la vida e historia de María Manuela de Rojas y Taboada, nacida en Comonfort, Gto. el 15 de junio de 1786, cuyo nombre completo fue María Manuela Antonia Basilia Rojas Taboada Camargo, mejor conocida como Manuela Taboada y fallecida en San Miguel de Allende el 9 de septiembre de 1845. Heroína y benefactora del movimiento de la Independencia de México.

Cita el documento, escrito por Antonio de P. Moreno(7), 41 años después de la muerte de Manuela Taboada  que "es preciso estudiar a la mujer en las distintas fases que presenta su interesante vida; juzgarla con el sentimiento y analizarle en la filosofía."

"El heroísmo dela mujer no está sólo en las escenas públicas de este gran teatro que se llama mundo; sus hechos no deben buscarse para sublimarlos, en que haya sido heroína de alguna asonada, alma de un partido, propagadora de una idea o defensora de una causa justa o injusta. Hay un lugar más íntimo, más oculto a las miradas de todos, y más grande que las publicidades gloriosas: el hogar".

"He aquí el verdadero centro de la mujer, el trono de esa reina que avasalla al hombre con una mirada, y lo rinde con un suspiro".

"La que no es grande en el hogar, la que no se hace responsable en ese torno, la que no hace de la vida íntima un centro de virtudes, en vano aspirará a merecer los honores de la admiración, el juicio imparcial de la historia, las bendiciones de un pueblo, de una generación o de una familia".

Sigue narrando Antonio de P. Moreno que "sucede generalmente en el mundo, que aquello que no deslumbra se ve con indiferencia; lo que no llama la atención se relega al olvido. La humanidad, que fácilmente se deja seducir por un acto heroico, con tal de que este sea público, desconoce por completo otros muchos que pasan en el interior de los hogares, y para los cuales no ha inventado todavía la fama una trompeta".

"La mujer a quien hoy consagramos este pequeño estudio, pertenece al género de las celebridades modestas. Su historia es sencilla;  su heroísmo consiste en haber sido buena esposa y buena madre".

"Para un pueblo como el espartano sería esto muy poco; para nuestras sociedades civilizadas es lo que debe ser, un tipo de virtud que imitar, un ser superior y bueno a quien bendecir".

"Doña Manuela de Rojas y Taboada fue la esposa de D. Mariano Abasolo, uno de los primeros caudillos que secundaron la idea de la Independencia, iniciada por D. Ignacio de Allende y proclamada por Hidalgo en el pueblo de Dolores".

Casa de Manuela Taboada, en Comonfort, a principios del siglo XX.

Precisa el autor del artículo publicado en El Álbum de la Mujer que "a Abasolo es a quien menos debe la causa de la emancipación mexicana, y quien menos pruebas dio de ese valor heroico que hace a los hombres dignos de la gratitud de los pueblos. Esta conducta, que ha sido justamente censurada, la debió en gran parte a la influencia moral que en él ejercía su esposa, a las reiteradas instancias de ella para que abandonase una causa que reprobaba, no precisamente porque le fuese antipática, sino por los excesos que a su sombra se cometieron. La mujer siente y no razona. Para ella el corazón es el todo y las más veces es una mártir de sus propios sentimientos, sin que por esto deje de conmoverse y de entusiasmarse ante las grandezas del patriotismo y de todos los hechos que hacen del hombre el apóstol de una doctrina o el héroe de una cruzada".

"Doña Manuela Rojas de Abasolo era joven, bella, rica, y amaba a su esposo con toda la ternura de su alma. A estas cualidades reunía una educación esmerada, un excelente corazón y una elevación de sentimientos que no desmintió nunca, y que la hicieron llenar dignamente su tarea de esposa, así en los días felices del hogar como en los tristes del destierro a que su marido fue condenado. Pero si estas virtudes le hacen acreedora al respeto y alas consideraciones sociales, la caridad, que era el distintivo de su carácter, la coloca entre las mujeres de quienes hablaba Salomón, diciendo: "Donde no está la mujer, gime el enfermo". Aquella magnánima señora era madre de los pobres: invertía una parte de su capital en socorrer con desprendimiento a los necesitados, y su noble corazón jamás tuvo cerrado para ejercitar el bien entre sus semejantes".

"En 1811, cuando la guerra de represalias entre independientes y realistas era verdaderamente sanguinaria y cruel, varios pueblos, entre ellos Dolores y San Felipe, fueron ocupados por partidas insurrectas que fusilaron a Montemayor y a otros realistas. En los momentos en que algunos de estos desgraciados eran arrastrados al suplicio, la Sra. de Abasolo, sin temor a los desórdenes, sin miedo, y sin más escudo que su caridad, acudió al jefe insurrecto, y dándole cantidades crecidas de dinero, logró salvar la vida a D. José Mariano Ferrer y a otros inocentes vecinos que iban a ser sacrificados, no a la noble idea de la Independencia, sino al encono de media docena de cabecillas sin prestigio y sin corazón".

"Este hecho se lee en La Gaceta de 30 de enero de 1812, parte dado al Gobierno por Guizarnotegui".

"Cuando D. Mariano Abasolo abrazó la causa de la Independencia y siguió las huestes acaudilladas por Hidalgo y Allende, acababa de ser padre de un hermoso niño que era el encanto de su hogar dichoso, pero al que tuvo que abandonar sin atender las lágrimas de su tierna consorte, que pedía para su hijo la vida del que le había dado el ser".

"El amor de aquellos dos ángeles no detuvo al joven capitán, y partió, dejando a su esposa en el más hondo desconsuelo. Sin embargo, se sobrepuso a él; fue lo que todas las mujeres de corazón: una heroína del cariño".

"Las tempestades políticas son casi siempre para lo que toma parte en ellas directa e indirectamente, un crisol, un Calvario adonde los conduce el patriotismo o la injusticia. Las grandes situaciones, al amontonar sus devastadores nimbus sobre los pueblos, y deshacerse después en terribles huracanes, arrastran en pos de sí lo mismo al culpable que al inocente, lo mismo al grande que al pequeño. La Sra,. de Abasolo no aprobó en un principio el que su esposo tomara parte en la revolución de Independencia, sino porque era esposa y era madre, y porque con su instinto de mujer comprendía las penalidades que se esperaban, no sólo a su familia sino a la nación entera. Ella no desaprobaba la idea sino la forma, y en algunos fragmentos de sus cartas, que copiaremos en su lugar, se desprende la justa opinión que en vista de los hechos había formado dela campaña".

"El tiempo había transcurrido lento, triste y lleno de inquietudes para la tierna esposa que contaba los instantes por los latidos de su corazón, sin encontrar la manera de acercarse a su esposo, ó al menos de escribirle, pues en aquella época en que el servicio postal adolecía de muchos defectos, los cuales agravaban el estado de desorden en que había puesto toda la revolución, tenía que conformarse con vagas noticias que circulaban acerca de los insurrectos y darlas por ciertas, fueran buenas o malas.

"Resuelta la buena señora a arrostrarlo todo por su esposo, y habiendo palpado todas las crueldades que a la sombra de la Independencia se cometían se trasladó a San Luis Potosí después de asegurarse de que las poblaciones principales del interior estaban por los caudillos independientes.

La Sra. de Abasolo emprendió pues, su marcha, acompañada de algunos fieles servidores, y una vez en San Luis, trató por cuantos medios estuvieron a su alcance, de hacer que su esposo se retirase de las fuerzas independientes, yéndose al Extranjero, adonde iría a reunirse con él; y para decidirlo, empleó la elocuencia que la mujer tiene, y a la cual pocos pueden resistir. Las cartas escritas a Abasolo demuestran patriotismo, amor y caridad. En la causa formada al caudillo, figuran dos, de las que transcribimos en seguida los párrafos más interesantes.

La carta

"San Luis Potosí.- Queridísimo hijo mío: con grandísimos trabajos he llegado hasta aquí en busca tuya y de mi hermano, con el destino que se retiren del ejército; y si pueden, váyanse por Dios a los estados Unidos; yo veré después cómo los sigo, porque ésto anda muy malo con las cosas que han hecho, que a no ser por esto, ya se hubieran salido con la empresa(1), pero en semejantes iniquidades de degollar a sangre fría a muchos inocentes, ¿Cómo Dios ha de proteger? esto s imposible; vergüenza es oír el valor de los de ese ejército, que en viento gente armada echan a correr, y a los rendidos que se vienen a entregar, sácanlos a degollar con tanta lástima ¡qué vileza! y lo peor es que uno lo hace y todos la pagan(2). Por Dios te pido y por lo que más ames, qué será tu hija, que no sigas en esto, ni Pedrillo (alude a su hermano) aunque veas las cosas muy placenteras; por María Santísima y por vida mía te pido (si es que me quieres) que te vayas a los estados Unidos, y no vengas a estas cosas".

Cita Moreno que "hablando más adelante acerca de los excesos cometidas por algunas tropas de Hidalgo, decía: -Di tu sí habrá quien quiera seguir su partido, que se ha hecho afrentoso y a todos nos ha hecho infelices y tu me harás mucho más si no haces lo que te digo; te retiras o te vas, pues es el único consuelo que le queda en tanta pena a tu infeliz esposa -MANUELA."

"Los anteriores fragmentos ponen de relieve los sentimientos nobles que animaban el corazón de la Sra. de Abasolo, y son a la vez que un grito del alma, una censura, hija del carácter conciliador de la mujer sensata, para quien la sangre justa e injustamente vertida, es un crimen o un motivo de horror. La mujer no cree que sea preciso que los hombres se destrocen entre sí para hacerse grandes; y si muchas veces tienen que conformarse con que así sea, lo hacen violentando sus sentimientos. Es verdad que ha habido mujeres que han tomado parte activa en las guerras y han sido verdaderas heroínas en los campos de batalla y en la defensa de sus hogares; pero también lo es que en ellas es raro lo que en los hombres es común, el valor físico".

"En medio de la angustia a que estaba sujeta la Sra. de Abasolo, y no obstante su repugnancia hacia las violencias empleadas en la guerra, revelaba la alta estima en que tenía la noble causa de la Independencia, y el propio honor de sus defensores. En la otra carta de ella, que tenemos a la vista, decía a su esposo:- "Lo mejor es que si se puede se vayan a otro reino hasta ver allí el fin de esto, y no te vuelvas a meter en nada, pues con las iniquidades que ha hecho el Cura(3), a todos nos ha perdido y es cosa espantosa seguirlo, y más bien elegir el morir cuando no hubiera otro recurso, que no seguir un partido que han hecho tan afrentoso.(3)"

"Esta es la felicidad tan decantada de la América, y hubiera sido tal vez(4), cuando no hubieran cometido tantos excesos, que siquiera por buena política debían haberlos evitado, para no haberse atraído el odio de los mismos criollos, pues al fin no todos tienen corazones inhumanos. Entrégale esta esquela al hijo de Allende, de Doña Micaela. Pásalo bien, hijito, y haz lo que te digo, pues antes no me hubiera hecho el que hubieras muerto en la acción, pero no con afrenta(5): adiós, hijito, tu Manuela".

El final

Los últimos párrafos del artículo de Antonio de P. Moreno, escritos 14 años antes de que finalizara el siglo XIX, destacan que "a pesar de todas estas instancias, no logró la Sra. de Abasolo sus deseos, y su esposo siguió la marcha hasta Acatita de Baján, adonde en unión de los demás caudillos que seguían a Hidalgo fue capturado por las tropas realistas".

"Esta nueva situación fue un golpe mortal para aquella esposa amante que creía ya en medio de sus terrores ver levantarse un patíbulo, y en él perecer el padre de su hijo".

"Hay que convenir en que Abasolo fue egoísta, y no supo colocarse a la altura de su carácter. La historia lo ha juzgado ya, y sólo nos queda el derecho de narrar y no de condenar o absolver, pues a la luz de la filosofía que analiza, los hombres no han nacido todos para héroes, ni para pensar de la misma manera unos que otros. Sin embargo, expió su imprudencia y su demasiado amor a la vida, pues fue procesado y desterrado de su patria, confinándolo al castillo de Santa Catalina de Cádiz, adonde murió."

"Su noble esposa, después de todos los tormentos a que durante el proceso estuvo sujeta por la más cruel incertidumbre, se creyó feliz con verlo salvado de la muerte, y gustosa se dispuso a seguirlo a España. Allá, bajo los sombríos muros de un Castillo, cuyas puertas no debían de abrirse jamás para uno de los cuatro caudillos que proclamaron la Independencia Mexicana, la esposa se convirtió también en prisionera, en ángel de consuelo para humedecer con miel los labios descoloridos del desterrado y fortalecer su corazón con el ejemplo de la virtud. Entre los dos estaba su hijo; si no respiraban el libre y perfumado ambiente dela patria, respiraban auras de amor, que convertían el reducido cuarto de una prisión en santuario de esas mil ternezas que no pueden explicarse sino en cuanto se han sentido. El mundo para ellos estaba allí, como lo estaba Dios, a quienes bendecían por haberles permitido siquiera la felicidad de estar reunidos.

"Abasolo murió, como hemos dicho, en el destierro, y su nombre esposa regresó a su patria después de cumplir los últimos deberes que demandaba su posición. Una vez en México, se retiró a sus fincas, y allí, dedicada con más ardor que nunca a la caridad, siguió siendo modelo de madres, como lo había sido de esposas. Ella misma educó a su hijo único, D. Rafael, cuya infancia fue tan azarosa, y no le permitió que se mezclase en la política, cuando estuvo en edad de poder hacerlo. Para aquella virtuosa mujer el todo de la vida era la paz del hogar y la satisfacción grata de ser útil a sus semejantes".

NOTAS:

(1) Doloroso es confesarlo, pero es la verdad; sin embargo, las convulsiones políticas hacen cometer mil desaciertos, y hay que atender las causas y a las épocas.
(2) Así llamaban a Hidalgo
(3) No s este lugar para discutir si la Sra. de Abasolo tenía razón; sólo diremos que llegó un tiempo en que los mismos independientes culparon a Hidalgo de muchas cosas.
(4) Estas frases revelan el verdadero patriotismo
(5) Noble rasgo de la mujer que estima el honor de su marido
(6) El Álbum de la Mujer: Periódico Ilustrado (iniciado en Ciudad de México el 8 de septiembre de 1883 y editado su último número el 29 de junio de 1890, fue una publicación periódica dirigida al público femenino cuya propietaria y directora era Concepción Gimeno de Flaquer. Tuvo un suplemento La Crónica: periódico político, mercantil de noticias y avisos, cuyo director fue su marido, Francisco de Paula Flaquer.
(7) Nació en Amozoc, Puebla, en 1848 y murió en Guadalupe, Hidalgo, en 1920. Alternó su dedicación al comercio con el periodismo y la literatura. Desde muy joven colaboró en diversas publicaciones. Fue redactor de La Voz de México y fundó El Centinela católico, La Voz de Guadalupe y el Boletín mariano.